El Gran Café dijo ayer adiós a casi 27 años de historia entre lágrimas. Los 14 trabajadores abandonaron ayer por la mañana el local del número 6 de la calle San Pedro de Alcántara tras la mediación de la Policía Nacional para que se pudiera ejecutar el desalojo del local ordenado por el juez. Ningún representante de Inversiones Hosteleras Cacereñas, sociedad que ha explotado el negocio desde que empezó a funcionar hace 27 años, hizo acto de presencia ayer en el café de la calle San Pedro de Alcántara para entregar las llaves de la finca a Sogetebex, sociedad propietaria de la finca que ha ganado la batalla judicial a Inversiones tras cinco años de litigio.

Para los trabajadores, que aseguraron ayer no haber recibido aún cartas de despido de la empresa, el final no pudo ser más triste. Al cierre anunciado se unió el desamparo de los gestores del negocio, que ayer siguieron sin dar la cara. Ni siquiera ante la comisión judicial que acudió al establecimiento minutos después de las 11 de la mañana para llevar a cabo el lanzamiento (despojo de una posesión o tenencia por fuerza judicial) ordenado en un auto por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 2 de Cáceres.

Ante la negativa de los empleados, a los que acompañaban dirigentes sindicales de UGT y antiguos clientes, fue necesario la mediación de agentes de la Policía Nacional para que abandonaran, por su propio pie y sin el uso de la fuerza, el local. Hasta lograrlo transcurrieron diez minutos de negociación porque los empleados exigían que se hiciera constar en el acta judicial, como posteriormente sucedió, que no habían recibido comunicación ni de la empresa ni el juzgado para que dejaran sus puestos de trabajo y que se veían obligados a hacerlo por orden del juez.

José Jiménez, que posee el 22,5% de las acciones del Gran Café a través de la sociedad Bazanvae --el resto, hasta el 54,75% pertenecen a los herederos de Jenaro Rodríguez, fallecido en el 2008, y el 45,24% a Gefisvae--, aseguró ayer que un representante jurídico de la empresa sí había acudido al acto de entrega de llaves, aunque este diario pudo constatar que el funcionario judicial requirió su presencia, sin obtener respuesta. Jiménez, que ha enviado cartas a los trabajadores agradeciéndoles los servicios prestados, eludió dar explicaciones de por qué no hizo acto de presencia y afirmó que desconocía cualquier aspecto relacionado con los finiquitos de los empleados. Trabajadores consultados por este diario aseguraron ayer que fue Jiménez quien dio órdenes para que se empezasen a desmantelar las instalaciones del café el pasado lunes. Los delegados sindicales reiteraron, como en días anteriores, que aún no habían recibido las cartas de despido, extremo que confirmó UGT, que la próxima semana demandará a la sociedad que ha explotado el Gran Café ante la Dirección General de Trabajo al considerar que existen "despidos improcedentes".

Tras el acuerdo para la firma de las diligencias, un cerrajero procedió al cambio de la cerradura del local al no haberse entregado las llaves. Los trabajadores, ya fuera del establecimiento, comenzaron a abrazarse y algunos comenzaron a llorar ante los aplausos de los que contemplaban la escena. Fue el fin a más de un cuarto de siglo sirviendo al público. Ahora su futuro inmediato es el paro.