Sistemas de alta y precisa tecnología pueden convertir un cajero automático en el lugar más inseguro de la ciudad. Todo es posible gracias a la instalación de microcámaras que, como si de un Gran hermano se tratara, son capaces de captar la intimidad del número pin de nuestra visa o copiar a la perfección el plástico de nuestra 4B hasta dejarnos de un plumazo sin la nómina del mes.

La estafa de las tarjetas de crédito ocurrida en Cáceres hace unos días pone de manifiesto como, en muchas ocasiones, los sistemas de seguridad de los bancos pueden burlarse para cometer hurtos millonarios. En el caso de la capital cacereña, han sido 75 los vecinos estafados en un golpe que alcanza ya los 90.000 euros, según informaron ayer fuentes del Cuerpo Nacional de Policía.

En los últimos días ya no se han recibido más denuncias en la comisaría. El asunto está en manos de los jueces y los agentes del grupo de investigación del Módulo Integral Policial (MIP) de Cáceres continúan tras la pista de un grupo de delincuentes extranjeros organizados que, presuntamente, podrían haber sido los autores de los hechos. La experiencia vivida en otras ciudades muestra la dificultad que entraña dar con estas organizaciones. Existen, en este sentido, muchos casos que no se han resuelto y en Cáceres parece que puede suceder lo mismo.

Aunque los estafados cacereños recibirán el dinero gracias a un seguro del que disponen las entidades financieras objeto del fraude, la policía recomienda la adopción de una serie de medidas de seguridad antes de sacar dinero del cajero. Una de las opciones es utilizar otra tarjeta que tenga banda magnética para abrir la puerta de acceso.

También es conveniente que cuando estemos tecleando el número secreto de nuestra tarjeta, tapemos el teclado con la otra mano y, en el momento en el que se perciba que existe alguna anomalía, avisar lo antes posible al 091.

La colocación

Los dispositivos para perpetrar la estafa suelen colocarse encima del lector original del cajero. Esto fue lo que ocurrió en el Banco Santander Central Hispano de Cánovas, donde se instalaron microcámaras en una letra de una pegatina cerca del teclado, lo que sirvió para copiar el pin . Las cámaras transmiten información hasta un punto situado a unos 200 metros de distancia, donde un individuo recibe datos e imágenes del número secreto.

También pueden ponerse en el cajetín de la puerta de acceso al cajero. Ocurrió en Ibercaja de avenida de Alemania. Se copiaron las tarjetas y aunque los ladrones no podían sacar dinero sí realizaron compras.

La proliferación de estos timos hace que sacar dinero de un cajero automático o pagar con dinero de plástico se haya convertido en un riesgo.