La Marelu demostró anoche sobre el escenario del Gran Teatro por qué su arte, especialmente cultivado sobre los tablaos de Madrid, ha recorrido medio mundo. Pero esta vez, la cantaora extremeña afincada en Málaga ha querido volver expresamente a su tierra para homenajear a la vieja mina de Aldea Moret, sus recuerdos y sus gentes, que ayer abarrotaron el Gran Teatro para no faltar al III Festival Flamenco dedicado al barrio, coincidiendo con la fiesta de Santa Bárbara. El momento más emotivo llegó con el reconocimiento al trabajo de tres mineros jubilados, que recibieron una réplica de la estatua levantada en Aldea Moret.

"El aforo se completa cada año, hoy la cola se extendía más allá de la mitad de la calle Parras", explicó anoche el cantaor Eugenio Cantero, uno de los organizadores de la cita, impulsada por las asociaciones vecinales y culturales de la barriada con el patrocinio de la Junta, el ayuntamiento y la Oficina Cáceres 2016, además de una larga lista de empresas privadas. En definitiva, un notable apoyo que ha permitido el acceso libre, sin ningún coste, del público al recinto.

La concurrencia, incluida la alcaldesa, Carmen Heras, disfrutó del cartel artístico: al cante, La Marelu y el joven extremeño Pedro Cintas, ya ganador de primeros premios nacionales, ambos con sus guitarristas, Martín Revuelo y el granadino Paco Cortés. A la percusión, Angel Díaz Montañés, hijo de la cantaora y heredero del arte familiar. Al baile, la veterana Carmen Osado (ha trabajado con Antonio el Bailarín o Antonio Gades) y su grupo flamenco, que ofreció un cante especial por seguidilla de la cacereña Raquel Cantero y un recital de Eugenio Cantero entre bambalinas.

Y si los artistas recibieron una ovación cerrada, el Gran Teatro se levantó para homenajear a los tres mineros que este año han sido distinguidos por el festival: Antonio Madrileño (17 años como ayudante de barrenero y entibador), Pedro Nieto (siete en diversas tareas en los pozos) y Antonio Plata (doce en las galerías y en las fábricas del yacimiento). Este último no pudo asistir y un familiar recogió la estatuilla.

Pero la fiesta había empezado ya por la mañana, con la eucaristía en honor a Santa Bárbara, una ofrenda a la escultura del minero por parte de los colectivos y vecinos del barrio, y una comida de hermandad.