Un año más, miles de jóvenes procedentes de distintos puntos de España continúan la recuperación del pueblo deshabitado de Granadilla por la construcción del embalse de Gabriel y Galán en 1964, llenando sus calles de vida y transformándose en agricultores, ganaderos, panaderos e incluso en alcaldes del municipio en periodos de seis días. Alrededor de unos 75 alumnos llegan de diferentes centros educativos, de Secundaria, Ciclos Formativos y Bachillerato a través del Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados del Ministerio de Educación (Pruepa).

Actualmente, esta villa amurallada de origen feudal se convierte en enclave didáctico durante las estaciones de primavera, verano y otoño en las que se desarrolla el proyecto. La finalidad de estas actividades es continuar con la restauración de este espacio buscando un acercamiento de los participantes en el que se les facilita la incorporación de valores, actitudes, respeto y tolerancia, conduciéndolos a una ética ambiental y social para que conozcan cómo era la forma de subsistencia en este pequeño rincón del Valle del Jerte.

Pruepa se trata de un proyecto de educación ambiental promovido por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) y dirigido a institutos de secundaria de todo el país. Arrancó hace ya casi 33 años, en 1984, y se desarrolla en tres pueblos abandonados: Búbal (Huesca), Umbralejo (Guadalajara) y Granadilla, con el objetivo de acercar la vida rural a los jóvenes transmitiéndoles conceptos complementarios a la enseñanza en las aulas como «el valor de la naturaleza, del patrimonio arquitectónico, del medio ambiente, del desarrollo rural, de la convivencia y un montón de labores como la artesanía, la agricultura y la ganadería entre otras», desveló el propio director de Pruepa en Granadilla, Sergio Pérez.

De esta forma, Pérez destacó que «la experiencia en la localidad es muy enriquecedora y fascinante por todo lo que han aprendido, ya que estos alumnos generalmente son de ciudad y nunca han dado de comer a un cerdo o limpiado la cuadra donde tenemos a los animales, ni tampoco han construido una pared o labrado en el campo». También, el coordinador aseguró que «después de la estancia durante seis días en el pueblo, los muchachos tienen que marcharse a sus casas y muchos de ellos se van llorando de lo bien que se lo han pasado».

ACTIVIDADES / Los jóvenes que asisten con sus centros escolares realizan una serie de oficios y talleres a primera hora de la mañana que les ponen en contacto con la albañilería, jardinería y distintas tareas del medio rural. Acto seguido hacen un parón a mediodía para almorzar y así seguir con otra serie de actividades como pueden ser el cuero, la alfarería, cuentos al natural, radio, salud o masajes. Por la tarde se llevan a cabo trabajos acuáticos en el embalse Gabriel y Galán y por la noche siguen la marcha con historias de terror, hazañas medievales y acampadas al aire libre.

Sergio Martín, estudiante de bachillerato de la localidad de Lorca (Murcia) fue alcalde de Granadilla durante su paso en el campamento en el mes de julio y comentó que la «vivencia había sido positiva, me ha causado un impacto muy alentador porque parecía que vivíamos dentro de una utopía y para muchos de nosotros significó nuestra primera toma de contacto con el espacio rural». Martín valoró que «hay muy buen ambiente y la gente es abierta de mente, sin duda alguna me encantaría volver a repetir esta experiencia».

En total pasan unos 1.600 alumnos al año por el pueblo, con sus 150 profesores, y habitan las casas del municipio que se han adaptado para ello. El futuro pinta cada vez más confortador para la localidad de Granadilla, que realmente es atractiva para el turismo y está más viva que nunca.