Un grupo de alumnos del cuarto curso del Grado en Educación Social, de la facultad de Formación del Profesorado, ha denunciado haber sido víctima de exámenes «fraudulentos» en la asignatura ‘Diagnóstico y evaluación del educador social’, afirma Elena Escalera Martínez, una de las afectadas junto con Patricia Cáceres, Gwendollyne Roldán Ferrer y Laura Gata Jiménez.

Los alumnos, que incluso están sopesando recurrir a la vía judicial, se quejan de correcciones «subjetivas» por parte de la profesora de la materia, Beatriz Martín Marín, en los dos exámenes que han realizado con ella después de que en la primera convocatoria suspendiera casi el 74% del alumnado, y de preguntas «que no se competen con los contenidos» de la asignatura en un tercer examen que realizó un tribunal seleccionado por decanato. Martín Marín, por su parte, defiende que ha corregido los controles con una rúbrica (una pauta de corrección) fijada y que la mayoría de los jóvenes ha suspendido por cometer faltas de ortografía, mientras que el decano de la facultad, David González Gómez, sostiene que las preguntas del tercer examen «sí que se basaron en el contenido de la materia».

TRES CONVOCATORIAS / Los estudiantes han tenido hasta tres convocatorias. En la primera, en enero, se presentaron 79 alumnos y suspendieron 58; casi el 74% de la clase. Martín Marín asegura que «más del 70%» no aprobó por faltas de ortografía. En la segunda convocatoria --que algunos alumnos adelantaron a junio y otros realizaron en julio-- se presentaron 57 y suspendieron 31. Entonces, un grupo de cinco estudiantes --el resto de afectados no se sumó por «miedo», apunta Gwendollyne Roldán-- decidió reclamar ante decanato. «Fuimos a la revisión con la profesora, que por derecho tiene que ser individual, y nos recibió en grupos de cinco», asegura Patricia Cáceres, que reconoce que la primera vez suspendió por faltas de ortografía pero la segunda no. «La profesora da las clases oralmente, no hay apuntes para descargar ni fotocopiar. Yo respondí con teorías que había dicho ella en clase y me suspendió injustamente», añade Patricia Cáceres. Martín Marín, sin embargo, sostiene que atendió a cada alumno individualmente.

COMISIÓN DE CALIDAD / Tras la reclamación del grupo de estudiantes, se constituyó una comisión de calidad que elaboró un informe --al que ha tenido acceso este diario-- estimando la reclamación de los alumnos y especificando que «existe una excesiva subjetividad tanto en el planteamiento de las preguntas como en la corrección de las mismas», reza el documento. El informe determina además que las revisiones por parte de la profesora «se hacen de manera grupal» y solicita que se convoque un tercer examen, que en este caso debía realizar un tribunal y no la docente titular de la asignatura. Éste tuvo lugar el pasado 5 de septiembre. Se presentaron los cinco que reclamaron y solo aprobó uno.

Sobre este último examen los estudiantes son aún más críticos. Más allá de interpretaciones subjetivas de la profesora al corregir, en este caso afirman que las preguntas ni si quiera se correspondían con los contenidos de la asignatura. «El chico que aprobó lo hizo porque se llevó al examen un libro con material que no hemos dado en clase, por ejemplo el código deontológico, que fue una de las preguntas», asegura Laura Gata. En cambio, el decano de la facultad reitera que el tribunal que configuró el tercer examen lo hizo «basándose en los contenidos de la materia».

Una de las quejas principales de los estudiantes es que, a pesar de que el temario y los criterios de evaluación --no confundir con la rúbrica-- se pueden consultar en la web de la facultad, no existe ningún manual --apuntes-- con los contenidos de la materia a estudiar. Los alumnos han de tomar apuntes en clase de las lecciones orales que imparte la docente, extremo que ha confirmado Martín Marín. No obstante, en el temario se adjunta la bibliografía utilizada para la conformación de los contenidos de la asignatura.