Una ola de estupefacción recorre la ciudad feliz . Se puede vender el Cacereño, desaparecer el Círculo de la Concordia o dividirse en tres facciones el PP y en cuatro el PSOE, que no pasará nada, pero se ha producido una escisión en la agrupación de cofradías y la vecindad se ha quedado traspuesta.

Cáceres tiene un tejido social muy débil en lo político, en lo cultural, en lo sindical, en lo deportivo y en lo vecinal, pero en lo tocante a la Semana Santa, la ciudad feliz es un ejemplo de participación. Las 12 cofradías agrupan a cerca de 12.000 hermanos. Una cifra superior a la suma del resto de asociados a alguna agrupación cacereña: clubs sociales, partidos políticos, sindicatos, clubs deportivos y asociaciones de vecinos y culturales no llegan a los 9.000 cotizantes.

Fotocofrades de prensa

Pero hay muchas más señales del irónicamente llamado poder costalero. Veamos algunas. Sólo en la ciudad feliz es posible ver un partido de fútbol del Atlétic Vera Cruz contra el Sagrada Cena Fútbol Club. La única música originaria y exclusiva de Cáceres es la saeta cacereña. Los fotógrafos de prensa de Cáceres no son fotoperiodistas, sino fotocofrades pues es en las procesiones donde más se les ve afinar sus objetivos y cuando más competencia profesional se da entre ellos.

La tribuna pública más larga del alcalde Saponi trató, efectivamente, sobre la Semana Santa. En Cáceres hay un foro cofrade, un calendario del cofrade, un mercadillo cofrade... Los cacereños han descubierto Roma gracias a las excursiones cofrades de Antonio Rubio Tours y Jerusalén, con los viajes parroquiales de Don Severiano Travel .

Cuando en los barrios de Aldea Moret y Las 300, principales viveros de votos de la izquierda, se organizan excursiones a Madrid, no se visitan las tumbas de Pablo Iglesias y La Pasionaria, sino el Cerro de los Angeles, el Cristo de Medinaceli, la Almudena y la capilla de Santa Gemma Galgani, con la única concesión laica de un paseíto por Xanadú .

En Cáceres se organizan presentaciones de libros, exposiciones de arte y conferencias diversas, pero los actos culturales que más público concitan (sin vino de honor por medio) son los debates del Foro Cofrade. Las cofradías son un vivero de eruditos, poetas, cronistas e historiadores como César García, Alonso Corrales Gaitán, Serafín Martín, Manuel Martín Cisneros o Antonio Rubio Rojas.

Ha sido precisamente este último, cronista oficial de la ciudad y alma y fundador de la cofradía de la Sagrada Cena, el detonante de la noticia que ha revolucionado la vida social cacereña: su hermandad ha dejado la Unión de Cofradías Penitenciales y va a ir por libre.

La cofradía de la Sagrada Cena irrumpió en la Semana Santa cacereña con una fuerza inusual y unas ambiciones extraordinarias que, sin duda, han contribuido a su expansión.

Desde el primer desfile, se convirtió en una guinda del programa procesional y la magnificencia grandilocuente de su paso estrella, que han de portar 126 hermanos, disparó un rumor que corre por la ciudad feliz cada Jueves Santo: "Este año no sale la Sagrada Cena, no hay costaleros suficientes". Pero el paso siempre sale, espectacular e imponente.

Tan espectacular e imponente como su Hermano Mayor: Antonio Rubio Rojas, un personaje peculiar, sabio, independiente y, sobre todo, incapaz de callar sus verdades por muy impopulares o políticamente incorrectas que sean. Ese carácter volcánico, apasionante y atractivo le ha llevado a tirar por la calle del medio y a romper con las demás cofradías.

Es difícil entender desde fuera las causas de esta ruptura, pero que la ciudad feliz se quede patidifusa por un tema tan particular y se divida en partidarios y detractores de la decisión es otra señal de la importancia del poder costalero y de la trascendencia social de la Semana Santa cacereña.