Félix Campo tenía ayer una cita con el juez. Poco antes de las doce, acompañado por su abogado y dos hermanos, llega al Palacio de Justicia. Con semblante serio, pero tranquilo, atiende las indicaciones del vigilante de seguridad y tras acceder por el detector se dirige hacia la tercera planta del edificio, donde se encuentra el Juzgado encargado del caso.

Su abogado realiza las oportunas gestiones mientras él espera. No quiere hablar. Elude hacer comentario alguno sobre los hechos que le llevaron a prisión y le hacen protagonista de un desagradable proceso judicial. "No tengo nada que decir", advierte, pero no oculta a este diario que en estos días el apoyo de su familia "ha sido fundamental". También agradece las muestras de apoyo y cariño que ha recibido, en especial las transmitidas a través de EL PERIODICO por presidentes de otros clubs de la región, al tiempo que se muestra algo dolido por algunas de las cosas que se han dicho y asegura "inciertas".

Insiste en callar, pero a preguntas sobre el club afirma que no tiene intención de vender. "Ya lo he dicho muchas veces, pero parece que a la gente le gusta marear la perdiz". El próximo domingo, anuncia, "estaré en el palco apoyando al equipo".