Cuando era muy joven trabajaba en una frutería de la calle Obispo Segura Sáez, en el centro de Cáceres. Alguien le comunicó que el portero de la finca tenía una grave enfermedad y estaba muriéndose en el hospital por falta de sangre. No lo dudó y salió corriendo acompañado de la cajera y de su hermana. Entonces tenía 20 años y donó dos bolsas, una cantidad ahora prohibida por la ley.

Esta fue la primera experiencia de Jesús Domínguez Cuesta (Tornavacas, 3-10-1944), el mayor donante de Extremadura y uno de los más destacados de todo el país, con un número excepcional de extracciones: 125. Tiene la Medalla del Gran Donante y no piensa dejarlo: "Cada tres meses --tiempo mínimo de espera-- acudo al hospital allá donde me pilla: en Cáceres, Sevilla o Madrid, y una vez hasta en Buenos Aires. Voy a seguir hasta que no pueda".

Este empresario cacereño lleva más de 40 años como donante de sangre --también lo es de médula y de todos los órganos--, y formó parte del equipo fundador de la hermandad San Pedro de Cáceres, a la que continúa vinculado 35 años después.

"¿Por qué lo hago? Simplemente porque la sangre no se puede fabricar en un laboratorio ni tiene ningún sustituto. Todos tendríamos que donar por humanidad. No me gustaría necesitarla un día y no haberla dado nunca", explica. Jesús afirma que el gesto de acudir cada tres meses le satisface moralmente, "es un deber ciudadano", y asegura que nunca ha tenido ningún problema de salud ni ha sufrido daños, "más bien al contrario".