Han criado a diez hijos en los 90 metros cuadrados que tenía su piso del bloque C de la calle Ródano. "Es hermosísimo. Es una pena que nos tengamos que ir porque ya no se pueda vivir en el edificio", explica María Gómez, auxiliar de ayuda a domicilio de 53 años, que llegó al inmueble con su marido Manuel Cordero, trabajador de la construcción con 59, al poco de construirse.

En 20 años de estancia en el inmueble asegura que "ha visto de todo", desde peleas hasta tener casi puerta con puerta la vivienda en la que emparedaron a una joven. Recuerda que la degradación del edificio empezó cuando algunos pisos se quedaban vacíos y eran ocupados mediante el método de la patada en la puerta o se vendían ilegalmente. "Aquí se han llegado a vender por 100.000 y 150.000 pesetas", asegura esta vecina, que ha tenido que soportar "suciedad, malos olores y ratas".

Pero el futuro es ahora de otro color en su nueva vivienda de la plaza Primero de Mayo. "Es como si nos hubiese tocado la lotería. Hasta que no he firmado las escrituras, no me lo he terminado de creer. Pensaba que nunca llegaría", subraya mientras lamenta las promesas incumplidas de la anterior concejala de Asuntos Sociales. "Esta alcaldesa ya ha hecho mucho, nos ha sacado de ahí", destaca. En la nueva casa vivirá con Miriam y Daniel, dos de los diez hijos que todavía quedan con ella.