Julia Merino lleva 14 años viviendo en una casa del bloque B de la calle Ródano y lo tiene claro: "Este año no votaré a ningún partido, y eso que a Joaquín Rumbo lo quiero con locura porque para mí es como si fuera mi padre". Ella es presidenta de la comunidad de vecinos y ayer estaba indignada. A las 06.30 de la madrugada del domingo se despertó sobresaltada al escuchar una explosión en el edificio: "Fue algo fulminante", recuerda.

Rápidamente, sin saber muy bien qué había ocurrido, avisó a la policía local, que se desplazó con premura hasta Aldea Moret, igual que los bomberos y varias ambulancias del 112. El incidente se había producido en los garajes, donde un ZX explosionó. Los vecinos aseguran que no fue un hecho fortuito sino intencionado y recuerdan que es la tercera vez que en los últimos cuatro meses sucede algo así: también explotó una moto hace tres meses y, el pasado 8 de enero, otros dos coches.

La detonación convirtió "en una nube de humo el edificio", cuentan los afectados. Las 48 familias que habitan el inmueble fueron desalojadas. "Ha sido horrible. A una mujer de 90 años la sacamos como pudimos de su casa, en el 3º vive una persona minusválida. No se veían las escaleras", narra otro de los afectados. Una vecina, Daniela del Sol, perdió el conocimiento por inhalación de humos y tuvo que ser evacuada al hospital.

La principal y más grave consecuencia del incendio fue que el edificio se quedó sin agua porque una bajante quedó destrozada. Los vecinos mostraron su malestar porque "nadie del ayuntamiento" se había personado en el barrio. "Llamábamos y nos decían que todo el mundo estaba en reuniones", lamentan.

A las ocho de la tarde el concejal de Obras, Joaquín Rumbo, conoció la situación a través de EL PERIODICO y se desplazó con rapidez hasta el edificio. El edil dio órdenes para que los operarios instalaran un tubo de pvc y los vecinos pudieran tener agua. Ya habían pasado 37 horas sin suministro y hasta ese momento no comenzaron a realizarse los trámites para solucionar la avería. Rumbo comentó, eso sí, que aunque se trata de viviendas sociales dependientes del ayuntamiento, debía perfilarse si el pago de la reparación corría a cuenta del consistorio o de los afectados.

Mientras, los vecinos dicen: "Menos mal que en el garaje solo había un coche. Hemos vuelto a nacer, hemos podido morir y nadie nos hacía caso, por favor, un poco de dignidad, un poco de vigilancia, de seguridad, que luego vendrán a pedirnos los votos".