Los sucesos de Alcorcón me dejan una cosa clara: los adolescentes y jóvenes protagonistas no nacieron con un botellón en la mano ni enfrentados a la policía, de manera que alguien se lo ha enseñado y en algún lugar lo han aprendido. Sin embargo nadie se quiere responsabilizar de los hechos y se lanzan acusaciones absurdas, incluida la de que buena parte se debe a que los profesores permiten el tuteo por parte de los alumnos. ¿Acaso el tuteo entre los amigos conduce a cualquier tipo de abusos?

Pero lo más llamativo, y quizás por ahí deberíamos comenzar a buscar las causas, es que algunos de los padres de los chicos acusados, menores de edad, recurren la decisión judicial por considerarla un castigo excesivo. Si unos padres consideran excesivo que durante unas semanas no participen en la fiesta y deban entrar en casa antes de las diez, imagínense lo que podrán llegar a pensar de cualquier otro castigo. ¡Pero cómo se le ocurre a usted hablar de castigo!

Además siempre queda el recurso de que " mi hijo no ha sido". Nuestros hijos no son responsables de nada. Nunca. Ya nos encargamos nosotros de exculparlos y de justificarlos.

Primero se perdió la disciplina en casa. Después en los centros escolares. Ahora la policía es objeto de ataques. Lógico en quienes nunca han recibido un "no" como respuesta a sus caprichos.