A comienzos del siglo XIX la plaza de San Juan y la de la Concepción no existían. La primera era la corredera de San Juan, una calle que conectaba San Antón con la plaza Mayor y que pasaba delante de la iglesia de San Juan. Por entonces, sobre la plaza que ahora conocemos en la confluencia de las calles Barrionuevo, General Ezponda y Moret, se asentaba el convento de la Concepción, o lo que quedaba de él. "Estas plazas, como el resto de la ciudad son producto de una evolución", explica la catedrática de Historia de la Uex, María del Mar Lozano Bartolozzi, una de las expertas que más ha estudiado el desarrollo de Cáceres.

Desde mediados del XIX, distintos arquitectos han proyectado remodelaciones sobre ambos espacios, que no siempre se llevaron a cabo, y a las que se suman las propuestas que acaba de presentar Ignacio Dols al Consorcio Cáceres 2016. San Juan se sometió a continuos cambios hasta que, a mediados del siglo XX, se constituyó tal y como la conocemos hoy. En el caso de la plaza de la Concepción, se ejecutó en 1862, aunque condicionada por los recursos económicos de que disponía el ayuntamiento.

"Antes de que se hiciera la plaza de la Concepción hubo distintas propuestas, incluso de hacer edificios ahí, pero no salieron adelante porque el ayuntamiento no tenía suficientes recursos para llevarlos acabo", explica María Jesús Teixidó, licenciada en Historia del Arte e investigadora de la Uex, precisamente acerca de la historia de la plaza de la Concepción. La experta relata la historia de este espacio: en el año 1842 se desamortiza el convento de la Concepción, que entonces ocupaba ese solar, y comienzan a retirarse del mismo los objetos de valor, como el granito. Un año después, el ayuntamiento compra este espacio, con el propósito de eliminar las ruinas del convento que aún están en pie y darle un nuevo uso.

"Se pensó en uno de los posibles espacios para ampliar el mercado de la plaza Mayor", afirma Teixidó. Pero la orografía del terreno, en pendiente, condicionaba y encarecía tanto el proyecto que se deshechó. "No había alternativas para ese espacio, así que en 1857 el ayuntamiento cede el solar a aquel que presente un proyecto viable para el mismo", cuenta.

Fue entonces cuando Santiago Calaff plantea levantar un teatro allí, aunque el retraso de la financiación que pretendía obtener a través del estado da al traste con el mismo. Ese mismo año, el arquitecto