Dicen las estrellas que los fugaces somos nosotros. La vida se escapa y los accidentes ocurren, son como una bomba que carga su metralla en la familia. Una esposa, una hija, «mis dos mujeres guapísimas», escribía Francisco Recuero en Facebook. Maldito asfalto, que era ayer como un desierto de cristales, de bomberos, de guardias civiles, de teléfonos móviles que no cesaban... Tenía 45 años y hasta que se casó vivió en Albalá, donde ayer lloraban su marcha. Su padre era de Torre de Santa María y su madre, la señora Antonia, la que durante tantos años llevó la Soledad...

Una mañana más se levantó y tomó su coche hacia la carretera de Badajoz donde tenía una parcela en la zona conocida como Los Mogollones, en dirección al restaurante La Cabaña, pasando la gasolinera, a la izquierda. «Solía hacer el trayecto a diario porque allí trabajaba con los animales, en ocasiones viajaba con el remolque en el coche, pero hoy no lo llevaba...», dice uno de sus vecinos del campo, al que también le ha pillado el accidente. «Qué pena, era muy buen chaval, vivía en Cáceres, pero por la finca paraba poco porque iba y venía. Me he enterado que era él cuando los bomberos han encontrado su documentación tirada en el arcén».

Fue una llamada al 112 la que alertó sobre las diez de la mañana del trágico suceso en el punto kilómetro 7,5, pasado el centro ecuestre El Romeral y a pocos metros del desvío hacia la Finca La Carretona, conocida porque en ella se celebran bodas. Un Ford C-MAX de color blanco que circulaba en dirección Badajoz había impactado contra un camión. El espectáculo es dantesco. No tardan en llegar una unidad medicalizada, una dotación completa con seis bomberos, el jefe de parque y el de guardia, en total ocho personas del Sepei de Cáceres, un equipo de la Junta de Extremadura para la señalización y limpieza de carreteras y dos patrullas en línea de servicio de la Guardia Civil de Tráfico que suman ocho efectivos. Hace calor en la EX-100, pero se torna fría como un acantilado en el que las fuerzas de seguridad son un ejemplo de entereza y servicio al ciudadano.

Durante más de una hora la carretera permanece cortada al tráfico. Testigos presenciales apuntan que el coche impactó contra el camión por causas que se desconocen y que ello provocó que el trailer (de la empresa TC Lafoes-Transportes e Serviços) saliera ardiendo, aunque su conductor resultó ileso y tras practicársele al menos dos pruebas de alcoholemia y drogas dio resultado negativo. La investigación sigue abierta.

La calzada es en ese momento un ir y venir de agentes. Mientras en el mundo paralelo de la red social se vuelve a exigir la conversión de esta carretera en autovía, el forense José María Montero termina su labor y los bomberos, impactados, toman las fotografías necesarias para el atestado. El coche se había convertido en una ratonera. Imposible salir ileso de ese amasijo de hierros. Fueron ellos los que excarcelaron el cuerpo sin vida de Francisco.

La colisión frontal ha sido brutal. En el vehículo de atestados un testigo da su versión de los hechos. El conductor del camión, que venía desde Badajoz en dirección a Cáceres, también presta declaración mientras un estudiante de un master en Formación del Profesorado, aún conmocionado, pide a un agente un justificante porque hoy no llegará a tiempo a clase.

Francisco se ha ido sin avisar, como se van las buenas cosas, y la Guardia Civil tiene el difícil trance de comunicárselo a la familia, que hoy lo despide en el tanatorio. La carretera se abre al tráfico y otro camión de la compañía portuguesa que viajaba junto al siniestrado arranca en dirección al bar más cercano. En la cabina asoma desplegada una gran bandera con la leyenda ‘Benfica glorioso’.