Para Germán Alvarez no hay consuelo. Así lo aseguraba en noviembre pasado, poco antes de someterse a su segundo juicio. El reconocía en una entrevista concedida a EL PERIODICO que no hay "ningún consuelo posible para un hombre que ha matado a otro". Se mostraba arrepentido, pues "por una tontería he destrozado dos familias", decía entonces; y aseguraba que no podía olvidar. Y "así sigue actualmente", manifestaron ayer a este diario desde el despacho de su abogado, Angel Luis Aparicio.

Desde que ocurriera la tragedia, este vecino de Fresnedoso de Ibor está abatido. No consigue explicarse cómo pudo matar a un convecino, cuya vida, aseguró, cambiaría por la suya si pudiera; y tampoco que haya tenido que ser juzgado dos veces.

"Me costó creer que habiendo matado a un hombre, aunque lo hice sin querer, me dejaran libre, pero tampoco entiendo por qué tengo que ser juzgado otra vez", decía en aquella entrevista; y ahora es previsible que se pregunte el por qué, tras dos sentencias absolutorias, se le condena.

El que asegura es su calvario, aún no ha terminado.