Se ha celebrado la conmemoración de los 25 años de los primeros ayuntamientos democráticos. Ha sido la ocasión para homenajear modestamente a ls concejals y alcaldes que han protagonizado esta época. Para muchos de ellos ha sido un magro homenaje, pues se han dejado algunos años de su vida sin las suficientes recompensas.

No hay puesto político más desagradecido y criticado que el de alcalde y concejal. Y si se trata de un pueblo o una ciudad pequeña la cosa llega al colmo. Porque sus ciudadanos conocen palmo a palmo el lugar y cada uno de sus rincones y no hay quien evite una loseta levantada, una bombilla fundida, jardines que tienen algunos ramajos, y encima su calle no tiene aparcamientos.

Bueno, pues esos desperfectos se deben a un culpable, que además tiene nombre y apellido. Y encima, cualquier ciudadano tiene mejores soluciones que las arbitradas. ¿Por qué los ciudadanos más listos no son nunca concejales?

Si uno echa una mirada y compara la ciudad de Cáceres de hace 25 años con la actual deberá reconocer que las cosas han cambiado para bien en todos los aspectos. Y alguien tendrá el mérito. Es verdad que no todo está hecho y ni siquiera bien hecho y por ello es necesaria la crítica, pero no es menos cierto que se deben reconocer el trabajo y la entrega que tantas mujeres y hombres han demostrado para mejorar nuestra vida. Al menos un día no han recibido críticas sino un homenaje.

Una alcaldía, una concejalía son la mejor escuela para conocer la ciudad y progresar en la asimilación de sus valores. Es, también, un lugar privilegiado para conocer sus límites. Pero sobre todo es un puesto desde el que el amor hacia tu ciudad aumenta cada día. Aunque te equivoques alguna vez.

Enhorabuena a tods.