La juez titular del Juzgado número 3 de Cáceres, María Luz Charco, decretó ayer el ingreso en prisión provisional sin fianza de Samuel G. M., alias Jita , el joven de 21 años detenido el jueves por el Cuerpo Nacional de Policía acusado de quitarle la vida a Agustín Garzo Bravo, de 24 años, natural y vecino de Casar de Cáceres. El trágico suceso, como adelantó en exclusiva EL PERIODICO EXTREMADURA, ocurrió el pasado miércoles en el tercer piso del bloque 11 de la céntrica calle de Pintores.

Por estos mismos hechos también fueron detenidos, como cómplices, Agustina T. A., de 24 años, pareja del acusado, que declaró como testigo pero que está en libertad; Miguel A. G. L., alias El Iberia , que quedó en libertad por esta causa --pero tendrá que ingresar en prisión al encontrarse en requisitoria por el juzgado de Don Benito, acusado de un delito anterior--, e Ignacio B. M., alias Nachete , que también declaró ayer como imputado y para el que la juez decretó su libertad, aunque deberá acudir al juzgado los días 1 y 15 de cada mes.

Samuel G. M. declaró durante más de dos horas ante la juez, en presencia del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, Jorge Sena; de la fiscal del caso y de su abogado, el letrado cacereño Angel Luis Aparicio. El detenido se enfrenta a los delitos de homicidio por imprudencia grave (penado con hasta cuatro años de prisión), tenencia ilícita de armas (hasta dos años) y tráfico de estupefacientes (hasta nueve años).

Su declaración arrojó ayer que la noche del homicidio Samuel G. M., que regentaba desde hacía dos semanas el bar Habivi (en Barrionuevo), Agustina T. A., Ignacio B. M. y el fallecido habían estado consumiendo hachís y cocaína en ese local, para luego trasladarse hasta el piso de Pintores, escenario del homicidio.

EL ARMA Una vez allí sacaron el arma. El acusado negó ayer que fuera suya, aunque su compañera declaró que sí y Nachete alegó que ignoraba de quien era. Todos coinciden en que el disparo fue fortuito y accidental y que lo realizó el propio Samuel G. M. Según las declaraciones, comenzaron a jugar con el arma. Todo apunta a que el acusado le quitó antes el cargador e incluso, siempre según su versión, el fallecido la cogió y apretó varias veces el gatillo sin que disparase.

Sin embargo, el casquillo se encontraba percutido en la recámara y cuando Samuel G. M. la probó, pensando que estaba descargada, disparó un balazo que causó la muerte de Agustín Garzo. Cuando sucedió la tragedia la compañera sentimental de Samuel se encontraba, según su declaración, en el lavabo bañando a su hija de entre 3 y 4 años, que estaba también en la vivienda durante los hechos.

Todos ellos aseguraron ante la juez que eran consumidores habituales y comentaron que el fallecido también lo era, aunque negaron que fueran traficantes. Además de los 11 envoltorios de cocaína, la policía encontró sobre un aparador unos apuntes o dossier donde se determinaban supuestas compras y ventas de droga que pudieran haber sido escritas por el propio Samuel G. M. y por el fallecido. El abogado defensor aseguró ayer que esta era la imputación que más le preocupaba. Su defendido negó que se tratara de su letra, aunque reconoció que había anotado un número de teléfono.

Aparicio explicó ayer que el delito de tráfico de drogas se hubiera imputado también al fallecido, de haber salido ileso. Ahora el juzgado debe culminar sus investigaciones y luego habrá juicio. No será juicio rápido.