Amonaria era la abuela de Juan Tomé. La casa de labranza de Malpartida de Plasencia en la que vivió, trabajó y sacó adelante a la familia aloja hoy a viajeros enamorados de la rusticidad del campo y el mundo rural. La Posada de Amonaria es uno de los cuatro hoteles con encanto de la provincia cacereña. Los otros tres están en Trujillo, Torremenga de la Vera y Malpartida de Plasencia. Los cuatro están integrados en la red Rusticae, que ha editado su nueva guía del 2005.

Todos son hoteles pequeños, familiares, de decoración cuidada y ubicados en edificios singulares donde se respira el ambiente de otra época. "La casa es realmente la que era, pero rehabilitada. Uno puede hacerse a la idea aquí de lo que era una casa de labranza de hace dos siglos, donde se vivía y se trabajaba", explica Juan Tomé. La casa estuvo cerrada durante mucho tiempo y el hotel ha sido una salida a su futuro.

Secadero de pimiento

En Torremenga de la Vera (El Turcal), es un antiguo secadero de pimiento y tinadas de 1900, con aspecto vanguardista, el que acoge a los turistas. Una pareja de madrileños hartos de la gran ciudad decidió reconvertir en el año 2000 este viejo edificio en una opción para el turismo rural en la comarca verata.

Precisamente son los madrileños que huyen de la ciudad los clientes más asiduos tanto de El Turcal como del resto de establecimientos de este tipo, sobre todo los fines de semana. "Todavía el turismo de estos hoteles es demasiado estacional", lamenta Juan Tomé, aunque "ha subido la demanda", asegura Amos Fernández, copropietario de El Jardín del Convento (Hervás).

Una característica común: "Trato personalizado y altísima calidad", afirma Carmen Menéndez, copropietaria de El Turcal. Esa es una de las garantías que pretende ofrecer la red Rusticae, formada por más de 160 hoteles de España, Portugal, Argentina y Francia. "Tratamos a los clientes como si fueran nuestros invitados, tienen la llave de la casa y entran y salen con toda libertad", explica el propietario de la Posada de Amonaria.

Además de los edificios, el entorno se suma sin duda a los atractivos de estos hoteles. También en muchos casos, las actividades de turismo activo que ofrecen. Algunas de ellas son curiosas, como las de la Posada de Amonaria. En este hotel, el viajero puede optar por las propuestas tradicionales o unas clases de baile de salón que imparten los propietarios, o participar en observaciones astronómicas.

Agricultura ecológica

También la cocina suele ser un punto a su favor, con una amplia oferta de productos de la tierra y agricultura ecológica, como en El Jardín del Convento, cuyo nombre hace honor a sus 1.000 metros cuadrados de patio junto al antiguo convento de los Trinitarios Descalzos. En Amonaria, por ejemplo, el desayuno se sirve con higos y naranjas del huerto (en temporada).

La casa palaciega que acoge desde el 2003 el hotel Rusticae de Trujillo, ubicado cerca de la muralla, recuerda, como no podía ser de otra manera, la época de los conquistadores. Su nombre, Dos Orillas, es un puente a Latinoamérica. Sus siete habitaciones han sido bautizadas con siete Trujillos del mundo. Habitaciones con historia para alojar las de los viajeros.