Iván Sevillano, Huecco en el escenario, nació en Madrid pero se crió en Ribera Oveja, una alquería de Las Hurdes a la que sigue yendo a visitar a sus padres y, de paso, a criar kiwis ecológicos. "Ya era hora de que tocara en Cáceres", dice el artista internacional, que pisará esta noche a las tablas de la caseta municipal (23 horas, entrada libre) con la camiseta de Cáceres 2016. "Para algo soy embajador de la candidatura ¿no?", bromea por teléfono desde Madrid, su primera casa. La segunda está en Los Angeles, donde vive su hija de dos años que, dice, "se lo pasa en grande cada vez que viene a la región".

Huecco, fusión de rock, rumba y música latina, se inspiró en una reserva indígena de Tejas para adoptar este nombre artístico. "Tengo un respeto enorme por ellos. Es una civilización de hablar poco y observar mucho", añade el compositor, al que enarbolar la bandera de la mezcla de músicas no le da ningún reparo: "Tengo libertad de hacer lo que quiera, desde un tango a un bolero, a una ópera, unas sevillanas o heavy. Que tu público acepte eso es impagable", explica el cantante, que confiesa que su alma es, por encima de todo, "rockera".

Pero la carrera de Huecco no se queda solo en el escenario. Acaba de regresar de Haití, donde apoya a Cristian Lay en la reconstrucción de un orfanato. "Vine derrumbado", afirma. Su voz sonó también en una campaña contra la violencia a la mujer del Ministerio de Igualdad.

Convencido de que Cáceres lo tiene todo para lograr el 2016, Huecco está ilusionado con la preparación de su tercer disco. Hace tres años que sus fans le esperan. Su deseo, confiesa, sería poder presentarlo en un escenario del casco antiguo. Esta noche, de momento, tiene una cita en San Fernando.