Por iniciativa del cacereño Francisco de Vargas y Figueroa se fundó este monumental conjunto barroco en 1698. La iglesia de San Francisco Javier o de la Preciosa Sangre se sitúa junto al colegio que fue Compañía de Jesús. Se bendijo en 1752 pero poco tiempo disfrutaron los jesuitas de estas instalaciones, pues tuvieron que abandonar la ciudad por disposición real en 1767. En el interior del templo destaca el retablo mayor, que es de tipo cascarón , anexionándose a las paredes del presbiterio como un guante. El retablo es rococó y bien dorado, de un cuerpo con banco, tres calles y remate, con columnas de orden gigante, estriadas y con rocallas en su centro, todas de orden coríntio.

Las dos columnas centrales sujetan un entablamento con friso, decorado con guirnaldas y triglifos, así como metopas salientes; sobre un frontón curvo, roto por el empiece de lo que va a ser el remate, pues aparece toda una nube con ángeles y querubines que sustentan una bella talla de la Inmaculada. En los laterales observamos sendos pares de columnas con sus entablamentos y molduras, que en lugar de unirse con los centrales se rompen y forman cuerpo aparte dando una mayor sensación volumétrica y de movimiento.

Toda esta trayectoria arquitectónica finaliza en su parte mas elevada en una media cúpula gallonada, con sus nervios y decoraciones vegetales. En la parte baja del retablo, un gran expositor sujetado por cuatro columnas a modo de templete y con un entablamento curvo; en su interior un crucificado. Encontramos esculturas policromadas en la calle del Evangelio pertenecientes a San Bernardo y San Luis Gonzaga. Y en la calle de la epístola, imágenes de San Francisco de Asís y San Vicente Ferrer. Toda la arquitectura y escultura es de mediados del XVIII. El retablo está fechado en 1753.

Un lienzo apaisado y pintado al óleo es el motivo principal del retablo que ocupa el centro de la arquitectura, concretamente encima del expositor y marcado entre las dos columnas centrales, representa un milagro de San Francisco Javier, que por su fantasía, color, contrastes de claroscuro se atribuye a la Escuela Napolitana (aparece firmado Paulus de Manhei,fecit. Neap ).

Es un hermosísimo telón de fondo escénico, el mejor discurso para el fiel. Ante este instrumento pedagógico de la liturgia católica nos sentimos atraídos por la narración a través de imágenes plásticas sobre los principales misterios y episodios del cristianismo.