Una devoción que no tiene límites y que cada vez va a más. Nada menos que 91 hermanos aspirantes soñaban este año con cargar a la patrona, una cifra récord que demuestra que el Novenario, además de fervor religioso, es la tradición popular de la ciudad por excelencia, en esta ocasión marcada por la visita de los técnicos de la Junta de Extremadura que deberán evaluar si el acontecimiento religioso al que los cacereños rinden culto desde el siglo XVI merece la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional.

Los funcionarios de la Dirección General de Turismo pasaron de forma inadvertida y anónima y se colocaron en cinco lugares estratégicos de la procesión de bajada: el recibimiento en Concejo, la calle Caleros, la ermita del Vaquero, las Cuatro Esquinas con la actuación de la tuna, y la plaza Mayor con el baile del guiador. El 5 de mayo volverán, lo harán a propósito de la degustación gastronómica prevista por la cofradía y visitarán el Besamanto y la exposición de mantos de la patrona que, por cierto, inaugura hoy a las siete de la tarde en la Preciosa Sangre el cardenal Antonio María Rouco Varela. ¿Cuándo se conocerá la evaluación del gobierno regional? «Ojalá sea después del Novenario y sea positiva, sería una alegría para todos», confió Joaquín Manuel Floriano Gómez, que tras un buen mandato vivió con emoción la que fue su última procesión de bajada como mayordomo porque no optará a la reelección.

Entretanto, Cáceres volvió ayer a cumplir con su tradición y cientos de personas se desplazaron a Fuente Concejo para esperar a la Virgen en un día de mucho calor en el que el cielo acompañó y animó al masivo recibimiento y a la compra por parte de los hermanos de numerosas botellas de agua para paliar la sed. La procesión tuvo un recuerdo especial a José María Romero, vocal de la junta de gobierno fallecido este año, por lo que una de las ánforas de plata de las andas lucía un crespón negro en su memoria. Además, el turno número 2 (conocido como el de ‘los balillas’ por ser los más bajitos y curiosamente el que más hermanos aporta a la directiva) también recordó a su jefe, Miguel Cambero, igualmente fallecido, y por el que se rezó un responso. Su puesto quedó vacante hasta el año que viene y lo ocupó el subjefe de paso, Antonio Bazo.

NUEVO ABASTECEDOR / Momentos intensos a los que se añadió esta procesión de bajada, una costumbre que se repite desde el 3 de mayo de 1641, fecha en la que la talla bajó por primera vez desde su santuario ante las peticiones del vecindario en un año de grandes sequías. La procesión entraña un gran trabajo y buena parte de su responsabilidad recae en el vocal de gobierno, Alberto Gómez-Saucedo Márquez. Él y la junta de gobierno celebraron a la una de la tarde su reunión para ultimar los detalles de la procesión; luego degustaron los tradicionales huevos fritos con patatas y chorizo en el restaurante del santuario, que cuenta con Joaquín como nuevo abastecedor.

Poco después, a las cinco, el hermano mayor, Antonio Fernández Borrella, para el que también fue su última procesión de bajada en este cargo, organizó los turnos de carga con el reparto de planillos. Lo hizo junto al templete, donde dispuso los cuatro turnos de 30 hermanos que conforman los 120 que cargan a la Virgen (todos menores de 65 años) y cada uno con sus jefes de paso. Tras la eliminación hace dos años del turno de los suplentes, en la cofradía existen tres escalafones (aspirante, activo y veterano). Este año había 91 hermanos aspirantes. Para obtener esa categoría deben enviar un escrito a la cofradía, tener 18 años y al menos uno de antigüedad en la hermandad. La directiva les remite luego una carta para que se tallen y poder asignarles un turno. Los aspirantes cargan siempre que hay sitio, es decir, en función de la falta de asistencia de los hermanos titulares de carga que se ausenten, aunque lo cierto es que son muchos los titulares que ceden minutos a los aspirantes para que puedan cumplir el anhelado sueño de portar las andas de la Virgen, ya sea en la procesión de bajada o en la de subida.

Tras rezar la Salve, la de bajada inició su camino en torno a las 17.30. La imagen, de estilo sevillano realizada en madera de nogal policromada por artista desconocido entre los años 1620 y 1626, salió a hombros del turno tercero (conocido como ‘el de los altos’). Lo hizo bajo los sones del Himno de España y sobre sus andas de plata de 120 kilos de peso adquiridas en los años 60 en un taller sevillano. La camarera, Pilar Murillo, ayudada por su colaboradora Julita Herrero, la vistió primorosa con el manto que le regaló la ciudad para las bodas de plata de la coronación canónica en 1949, una prenda magnífica de estilo renacimiento, hecha de tisú de plata fina con oro fino de alto relieve. A su espalda, la imagen portaba cuatro rosarios.

Encabezaba el cortejo, a modo de cruz de guía, el estandarte que los cacereños regalaron a su patrona en 2006 con motivo del centenario de la declaración del patronazgo canónico de la Virgen sobre la ciudad. Obra de María Jesús Trejo, es blanco, ribeteado en bordados de oro, con una imagen de la talla en el centro sobre la que se lee su título de Madre de la Divina Gracia.

Justo al lado de la imagen de la patrona, iba el estandarte de la cofradía, conocido como primigenio, de raso, con un medallón de plata en el centro que reproduce en oro la imagen de la Virgen. La patrona lucía espléndida. Sobre su sien, la corona de diario, circular de plata dorada, elaborada con las joyas que sobraron de la comunmente denominada ‘Corona buena’, fabricada en 1924 por el joyero madrileño Félix Granda, de cruces de rubíes, oro, brillantes, zafiros y esmeraldas, cuajada de diamantes, por la que se pagaron 150.000 pesetas.

Esa corona fue fruto de las donaciones de miles de devotos anónimos con motivo de la coronación canónica de la patrona, privilegio concedido por su antigüedad, milagros y devoción popular. La joya original la portará durante todo el Novenario.

El tercer turno llevó a la patrona hasta aproximadamente La Trocha. A partir de ahí, los demás turnos (4, 1, 2 y 3) la cargaron sucesivamente hasta llegar a Las Tres Cruces, donde ya fue el pueblo, sobre todo las mujeres, quienes portaron la talla. En el Amparo, la cofradía titular de esa ermita, presidida por Agustín Margallo, promovió de nuevo un homenaje: sacaron al Cristo a las puertas, se leyó un breve pregón y se realizó una ofrenda floral en la persona de José María Iglesias, excoronel del Cefot.

Los hermanos detuvieron luego la talla mirando al hospital para pedir por los enfermos y a Concejo llegaron a las 19.30, momento en que el pueblo adoró en masa a la Virgen, mientras la alcaldesa Elena Nevado, que lució mantilla y traje de dos piezas en blanco roto y azul, entregó un ramo de flores y el bastón de mando a la patrona, que desde ayer y durante el Novenario ostenta el título de alcaldesa honoraria de la ciudad. Como viene siendo habitual desde el año pasado el bastón lo colocó en las andas Joaquín Álvarez Izquierdo, vocal del santuario.

ACUDE EL PRESIDENTE VARA / A la procesión acudió el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, los representantes de la Unión de Cofradías Penitenciales y de las de Gloria, miembros de la Cofradía de la Soledad de Badajoz y de las Reales Asociaciones de Caballeros y Damas de Guadalupe y de las hermandades de la Victoria de Trujillo, San Jorge de Cáceres, Argeme de Coria y de la Virgen del Campo de Aliseda. Tras la banda municipal estaba la de la diputación (esa se sitúa después de la talla) y la réplica del pendón de San Jorge, símbolo de la reconquista de Cáceres por las tropas de Alfonso IX de León.

Le seguía la corporación y más de 60 niños, que igual que el resto de los hermanos vistieron con túnica azul cielo, capelina, guantes y cinturón blancos, y zapato negro. Desfilaron los niños guiadores de El Redoble, los miembros del cabildo, la presidenta de la diputación, el pregonero Juan Carlos Fernández Rincón, mandos militares, policías local y Nacional, mujeres con mantilla y trajes regionales, y el obispo, Francisco Cerro, recién llegado de viaje a Roma, con traje coral morado y solideo violeta.

Al grito de ‘Viva la Virgen de la Montaña, viva la patrona de Cáceres, viva la Madre de Dios, viva la cacereña bonita’, coreado como ninguna por la cantaora Felisa Rodríguez, la patrona recibió antes de entrar en Caleros, una ofrenda de la cofradía del Humilladero con motivo del 525 aniversario de su fundación, y Tamara Alegre triunfó entonando ‘Con el corazón te canto’. Luego la Virgen enfiló hacia Caleros, hermana de honor de la cofradía. A su entrada en la calle, decorada con arcos de flores y palmeras, los hermanos bailaron la talla al ritmo del Redoble, que por algo los vecinos bautizaron a la Montaña como Reina de Caleros.

La imagen lucía sobre unas andas decoradas este año con mucha sobriedad por la camarera de ornato Pilar Campos y sus colaboradoras, que repartieron con esmero claveles rosas y blancos, y lilios rosas entre las seis ánforas de plata de las andas. De los balcones con mantones salían decenas de pétalos en la siempre cacereña Caleros, en otros tiempos un hervidero de familias con sus inolvidables Casa de la Rita y el comercio de la Josefita y hoy con muchas viviendas ya rehabilitadas.

Siguió la Virgen hasta la ermita del Vaquero, donde el coro Alborada del padre Gianni le cantó Virgen Morenita. De ahí a la Cuesta del Marqués, con las canciones de las amas de casa. En Santiago, a poco de comenzar el Real Madrid-Bayern de Múnich, recibió la patrona el homenaje de los Scouts Sant Yago y de las cofradías del Nazareno y de la Sagrada Cena.

Un repique de campanas llevó a la Montaña a las Cuatro Esquinas minutos antes de que una ambulancia trasladase a una mujer que se había caído al hospital, pero la profesionalidad de los efectivos ARA y DYA no entorpeció el cortejo. Allí, la tuna, siempre alegre y entregada, le rindió su emotivo homenaje. Son unos ‘máquinas’ sus componentes, entre cuyo repertorio no faltó el ‘Aurora’ y esa letra que hace vibrar cada año a Cáceres: ‘Cuando la aurora tiende su manto y el firmamento viste de azul, no hay un lucero que brille tanto como esos ojos que tienes tú...’). Entonces los móviles no paraban de hacer fotos y grabar videos para inmortalizar el momento.

De ahí llegó la Virgen a la plaza Mayor, donde como es tradición la cargó a hombros la corporación municipal. Tras las palabras del obispo y la alcaldesa, la patrona enfiló hacia Santa María, cargada por el turno tercero, porque es norma que el mismo turno que sale del santuario es el que accede a la concatedral, a cuya entrada el Coro Rociero y la Banda Municipal entonaron ‘Triana de Esperanza’. La Virgen regresará a su santuario el domingo, 7 de mayo, Día de la Madre. De momento, el Novenario ya ha comenzado y el Madrid, por cierto, ganó al Bayern.