Es triste ver cómo el Ayuntamiento de Cáceres no tiene capacidad de reacción para acompañar a vecinos de nuestra ciudad que están pasándolo mal. En el último pleno pudimos ver, estupefactos, cómo ni siquiera se brinda ayuda y asesoramiento cuando más lo necesitan. Porque hay quienes solo piden que se les escuche, que se les prepare un papel o unos formularios, que no se les pasen unas subvenciones o que estén atentos a los siempre farragosos procedimientos administrativos.

La burocracia muchas veces llega a las puertas de quienes no tienen recursos pero tampoco tienen posibilidades de acercarse a unos requerimientos de otras administraciones. Y en este punto, muchos solo acuden a la administración más cercana, a esa que debería estar para las duras y las maduras, sin cejar en el empeño y con un grupo de concejales entusiastas que no pierdan el pulso de la ciudad.

El equipo de gobierno está en una situación realmente envidiable. Cuenta con dieciséis concejales para atajar problemas, para ofrecer soluciones, para poner a trabajar en beneficio de la ciudad a la maquinaria municipal. Incluso, lo hemos dicho en numerosas ocasiones, los concejales de la oposición podemos también apoyar y acompañar, aunque la autosuficiencia de la alcaldesa y concejales nos releguen a la mínima expresión.

Lo que hoy es Alcoresa o el edificio de Héroes de Baler, por citar dos ejemplos, se terminará extendiendo a otros puntos de la ciudad. Y frente al discurso de la falta de competencias municipales hay una clara dejación de funciones y una espera que muchas veces ataca a la desesperación y a la angustia de quienes realmente lo sufren.

Ciertamente hay luces en medio de estas sombras, hay voluntad, no lo pongo en duda, pero cada vez más asociada a una cercanía de elecciones que convertirá a la alcaldesa en la mujer del César, por aquello de que no solo vale serlo, sino parecerlo. Pero tras puntuales promesas o algunas acciones, a ninguno se nos debe olvidar que la inactividad campó a sus anchas en estos años por nuestra ciudad.