TJtuan Pablo II aseguró hace unos años que el infierno no existe. Benedicto XVI dice ahora que existe. Puesto que se trata de dos personas que tienen el don de la infalibilidad, cuando el primero dijo lo que dijo acertaba y cuando el segundo afirmó lo contrario también estaba en lo cierto. ¿Cómo desenredar esta madeja?. Quizás cuando el Espíritu Santo les habló alguno de ellos no le entendió bien, lo cual no sería extraño en personas de tanta edad pues bien pudiera estar afectado por la sordera.

Tampoco se puede descartar que existiera antes de que hablara el Papa Pablo, luego dejó de existir y ahora vuelve a existir. Claro que esto plantea nuevos problemas. Por ejemplo, ¿a dónde iban los malos durante la etapa en la que no existía el infierno?. ¿En que lugar estarían durante esa temporada los que llevaban siglos en él?. En el cielo de ninguna de las maneras, pues el cielo era en el catecismo del padre Ripalda un conjunto de bienes sin mal alguno. Además sería una faena pues estas perversas personas han hecho durante su vida los esfuerzos necesarios para no pasar allí toda la eternidad. Es impensable que estuvieran en el infierno de otra religión porque ni siquiera están de acuerdo en cómo son el cielo y el infierno y qué méritos se requieren para obtener plaza.

Probablemente estuvieran de paseo en el espacio, esquivando meteoritos y satélites, esperando que volvieran a colocar el cartel anunciador: "Se comunica a todos los interesados que a partir del día quince queda abierto el plazo de presentación de méritos para obtener una plaza en el Infierno Católico. Reservado el derecho de admisión. Plazas limitadas". Porque es imposible que estuvieran en el limbo, pues según el Papa actual no existe, por más que muchos estén en él.