Por la puerta de la sede de la Asociación Católica Española de Servicios a la Juventud Femenina (ACISF), situada en la plaza de Publio Hurtado, van entrando un grupo de mujeres de diferentes países del mundo. Son las cinco de la tarde de ayer y la escena es peculiar por la mezcla de participantes en el curso de cocina que, convocado por el Instituto Municipal de Asuntos Sociales y ACISF, está a punto de inaugurarse y que durará hasta agosto con un total de 25 inmigrantes.

Todas recibirán 200 euros de beca y podrán formarse para saber cocina española cuando se les presente la oportunidad de un trabajo. A Malika Lidam, marroquí de 40 años, se la nota ilusionada. "Quiero aprender para poder trabajar", afirma. Tiene tres niños y le da igual que la suerte en forma de empleo le llegue en un restaurante o en el servicio doméstico.

En la apertura del curso, comunicativa y más cómoda que cuando hay micrófonos de por medio, está la concejala de Asuntos Sociales, Basilia Pizarro. "Me gusta más la palabra normalización que integración", asegura en su deseo de que el curso valga a estas mujeres para encontrar un trabajo. El dato que ofrece después es revelador: el 70% de las inmigrantes que hacen cursos lo encuentran.

Con especialistas

En esa lucha está Jessica Ogie, una joven nigeriana de 25 años que echa en falta saber hacer platos españoles para dar el perfil adecuado en el servicio doméstico. Al frente de ACISF está la veterana Corazón Rosado, que precisa que el contenido del proyecto va más allá de la gastronomía: "Tratamos de que técnicos especializados las formen también en nutrición, alimentación o tareas del hogar". De ello se encargarán pediatras, pedagogos y trabajadores sociales. María del Pilar Izquierdo, también con amplia experiencia en ACISF, es la profesora de cocina que les enseña primeros y segundos platos, y postres, "para que sepan la cocina más elemental".

Una de sus alumnas es Mirela Bechero, rumana de 28 años que, vestida ya de cocinera, destaca que la cocina de su país y de este se parecen mucho "sobre todo por que se cocina mucha carne y sopas". Aunque no tiene papeles, irradia optimismo.

Las mujeres se arremolinan en torno a la profesora. Las clases están a punto de empezar. Tienen por delante el reto de lograr lo que para otros aspirantes a un empleo es normal. Es la pelea por salir adelante.