El paso de palio de Nuestra Señora del Sagrario. Eso es lo que tiene entre ceja y ceja el mayordomo de la hermandad de la Sagrada Cena, Serafín Martín Nieto. «Estamos esperando de terminar de pagar la casa de la hermandad para poder meternos en otra inversión de envergadura», remarcó ayer Martín Nieto, que desveló que el objetivo es «forrar las andas con orfebrería de plata, así como el palio». Pero para eso aún resta. Lo que está a la vuelta de la esquina es la procesión de la Sagrada Cena la mañana del Jueves Santo, con la novedad del cambio de veleros.

Para el mayordomo de la hermandad de la Sagrada Cena, la Semana Santa cacereña es única por algo que no se puede definir precisamente: el cacereñismo. «Es un sentimiento que se integra perfectamente en la ciudad y su tradición. Las imágenes que tenemos son de Sevilla, muchos de los elementos también, pero la forma de vivir la Pasión de los cacereños es totalmente diferente», apuntó Martín Nieto, que reconoce que «de años para acá hay demasiado espectáculo y no tanta sobriedad como recuerdo en mi infancia», señaló.

En ese sentido, la Semana Santa cacereña «irá evolucionando con los tiempos, como ya lo ha hecho», remarcó Martín Nieto, que se muestra tranquilo al estar convencido que el relevo generacional está asegurado. «Tenemos muchos jóvenes. Antes padecíamos un problema y es que cuando los niños cumplían 12 años estaban tres o cuatro parados porque nuestros pasos son muy pesados. Por eso formamos el paso infantil», recordó. P. CÓRDOBA