Desde que el 12 de junio de 1991 una bomba trampa acabó con la vida de su hermano, Isabel Martín Sánchez ha necesitado asistencia psicológica y sus hijos han sufrido secuelas ante un drama que dejó marcada a toda una familia. El día que ETA mató a Valentín, policía nacional Tedax (experto en desactivar explosivos), la mayor parte de su familia se enteró por la radio o la televisión.

Isabel acababa de tener un hijo y era el primer día que salía a la calle tras el parto. Fue su marido quien le dio la noticia. Durante horas quiso aferrarse a la idea de que se trataba de un error, pero al llegar a Grimaldo, pueblo de sus padres, la realidad se mostró en toda su crudeza.

Valentín perdió la vida con 38 años. Dejó viuda e hijos de 6 y 9 años. Desde entonces nada volvió a ser lo mismo: su madre sufre desmayos de forma habitual y no hay día que transcurra sin que piensen en él. "El sueño de mi hermano siempre había sido ser policía. Estuvo en la Marcha Verde y todo ese mundo le encantaba. A veces alguien de la familia ha comentado que deberíamos haberle aconsejado otra profesión, pero a mí jamás se me hubiera ocurrido. No nos hubiera hecho caso. El nunca habría podido vivir de otra manera".

Estremece escuchar a Isabel cuando habla de la relación tan estrecha que mantenían con su hermano, de cómo su hijo no puede dormir solo cada vez que van a Grimaldo o del chalet que Valentín dejó a medias y que su esposa terminó de construir para cumplir el otro gran sueño de su marido.