Nació en Plasencia un 17 de agosto "de no importa que año". Trabaja de esteticien. Es una de las caras del Centro Aniza. Hace años era la encargada de las fiestas de Maja de Cáceres. Sigue siendo uno de los referentes del mundo de la estética en Cáceres. Le gustan los animales, cree en la armonía de la belleza y adora París. Cual chica Almodóvar , Isabel Zaballos llenó de rulos y papillots su rubia cabellera y regaló a EL PERIODICO este huracán de libertad.

-De nuevo frente a frente...

-Hay un magnetismo entre dos personas que casi sin hablar se entienden muy bien.

-Y me sigue pareciendo usted toda una dama de la belleza...

-Bueno, bueno... lo importante es permanecer...

-Una de las mejores compañías para pintar París...

-Ay, París... El sueño en el otoño de mi vida es acabar pintando en Montmartre, como una bohemia.

-Usted debió ser un poco Brigitte Bardot...

-¡Ha acertado! Siempre me he identificado mucho con ella, sobre todo con su bohemia y su amor por los animales.

-Llena de rulos la veo más chica Almodóvar que nunca...

-En todos los sitios he sabido bailar muy bien mi baile. Llámeme chica Almodóvar o llámeme lo que quiera, pero siempre he sido libre y he tenido mi propio mundo.

-¿Qué queda de aquella jovencita que organizaba los saraos de Maja de Cáceres?

-Sigue igual. No he perdido nada. Apuesto por repetir mi vida porque me sigo encontrando nueva, fresca y con ganas de continuar. Ahora soy más rica por dentro.

-Y en aquellos años dejó Enfermería y se metió en un instituto de belleza...

-Sí. Soy muy sensible al dolor, empecé Enfermería, pero lo dejé porque me afecta mucho el sufrimiento ajeno.

-Usted cree en el bien de la vida y en la armonía de la belleza, ¿no le parece que es como vivir en los mundos de Yupi?

-No. Yupi ya pasó, pero sigo apostando sobre todo por la vida, porque hay personas muy majas, y aunque hay gente que no quiere moverse, que no quiere sentir, yo me quedo con el mundo del sentir: eso es lo más hermoso que tiene el ser humano.

-¿Qué hay que hacer para envejecer con dignidad y no parecer una Marujita Díaz de la vida?

-(Ríe a carcajadas). La belleza exterior se puede construir rápidamente: te vas a operar y te cambias el ojo, la nariz... creo que se puede bailar con todas las corrientes, pero hay que saber quedarse con lo que quieres, es decir, contigo misma, con la belleza armoniosa y el sentimiento, ser alegre, feliz, tener unos principios y no perderse. Saborear y oler la felicidad.

-¿Isabel, por qué a menudo lo que tanto deseamos es lo que no podemos tener?

-Supongo que porque no rompemos nuestros miedos para conseguir nuestros sueños.

-Nunca se casó...

-No...

-Porque usted se siente tan libre que resulta imposible ponerle ligaduras ¿verdad?

-He tenido éxito, ¡no hace falta que se lo diga! (risas). No sé... para mí la pareja, más que el matrimonio, es el compañero, alguien que camine contigo porque si no, uno va por el norte y otro por el sur y te vuelves loca. Prefiero estar sola porque yo tengo mi camino y si me pierdo vuelvo a mí, pero con alguien al lado es más difícil volver.

-¿Por qué a veces los hombres parecemos tan mojigatos cuando nos ponemos delante de una mujer?

-El hombre está acostumbrado al dominio de la mujer, a llenar las plazas, pero las cosas han cambiado y por eso ahora hay hombres que se desarman delante de mujeres libres, que tienen personalidad y su economía resuelta, que pueden viajar sin llevar un bastón al lado.

-¿Y por qué al hombre le obsesiona tanto el tamaño si dicen que la belleza está en las cosas pequeñas?

-(Más risas). Creo que hay mucha tontuna. A las mujeres no nos gusta un maniquí perfecto, porque sentimos más el oído, la comunicación... y luego eso es el postre. Pero el hombre antepone el postre a la comida. Y ese es el problema de algunos hombres, que piensan que con su metrosexualidad lo van a llenar todo en su vida, y no es así, eso es un momento, pero no un completo para una mujer.

-¿Cuántas veces se despierta echando de menos esa mano que acaricie su espalda?

-(Más carcajadas). He tenido mis amores, una vida muy bonita, pero no sé... ¡quizás duermo muy bien suelta! (más risas). Tengo pandillas de amigas casadas y les digo: ¡Uuuuyyyy, qué a gusto sola!

-¿Confiese: cuántas veces ha sentido como si dentro de su cuerpo se descorchara una botella de champán?

-Todos los días bebo champán y lo he pasado bonito, chupi, chupi, porque soy como la espuma del champán.

-¿Y en la hora del adiós, me dedica una sesión de estética?

-(Risas) ¿A usted... con lo guapo que es le voy a poner más?