TMtientras los futuribles dirigentes de nuestros pueblos y autonomías continúan en reuniones, llamadas, comidas y cenas para repartirse la tarta del poder, denotando la gran división en la que ha quedado sumido el panorama político de nuestro país. Ayer se celebraba en la mayoría de los pueblos y ciudades la fiesta del Corpus. Curiosamente, una fiesta que invita a la unidad, al entendimiento y al perdón, vividos desde el amor.

No es de extrañar que, declarado este día como "día del amor fraterno", Cáritas nos proponga su campaña anual. Este año nos ha preguntado por "¿qué haces con tu hermano?" Cuando la pobreza se sigue "intensificando, extendiendo y cronificando", y las desigualdades sociales aumentan, debido al modelo de economía mundial que pone el dinero por encima de todo, Cáritas nos recuerda la necesidad de reafirmar "la centralidad y la prioridad de la persona humana por encima de cualquier interés político, ideológico o económico".

¡Qué bien les vendría a nuestros políticos tener sobre la mesa de negociación las propuestas que Cáritas hace en su manifiesto para el Corpus!: Que todo se ponga al servicio de los seres humanos, especialmente los más empobrecidos; que se garantice a todo el mundo la vivienda, la salud, la enseñanza y el trabajo dignos; que se asegure la calidad de los servicios públicos evitando convertirlos en negocio privado; que toda la ciudadanía pueda disponer de una renta mínima para vivir dignamente; que el capital y las finanzas estén controlados por los poderes públicos; que se asegure unos servicios sociales adecuados, que atiendan verdaderamente a los sectores más vulnerables para que puedan vivir con dignidad; que haya justicia distributiva real para que el bien común prevalezca sobre el bien privado.

Propuestas parecidas iban en algunos programas electorales. Esperemos que las cumplan y añadan estas.