El jardín de la casa museo de Pedrilla ha sido bautizado con el nombre de Diosdado, miembro durante años del equipo municipal de parques y jardines.

Es una buena noticia y un merecido homenaje. A mí me alegra que un jardín se llame como un trabajador municipal y no como un concejal de jardines. Claro que, como los nombres de las calles y jardines los ponen los concejales, los nombramientos de hijos adoptivos los hacen ellos, las declaraciones de hijos predilectos se aprueban en el pleno, suele suceder que tales honores se distribuyan entre los ediles y personajes de relumbrón y pocas veces aparezca un merecido reconocimiento a la tarea de los funcionarios, técnicos y trabajadores municipales.

Porque a la hora de la verdad, si los ayuntamientos funcionan se debe a sus trabajadores. Y como algunos confiesan con guasa ´a pesar de los políticos´.

A veces los políticos, sobre todo en los ayuntamientos, tienden a actuar como técnicos y solapar la actuación de quienes han sido contratados para tal fin. Se confunden las misiones, pues el político tiene su campo de actuación en la toma de decisiones, mientras que la ejecución debe quedar en manos de quienes cobran para ello.

La presencia de ´técnicos´ en las listas municipales de todos los partidos confirma esta perversión.

Un partido no precisa de técnicos en sus listas, sino de políticos, pues además de los técnicos municipales cada partido tiene en sus filas, o contratados, técnicos que pueden ayudarles mediante los correspondientes estudios.

Lo que deben hacer es seleccionar bien a los trabajadores municipales y facilitarles su formación continua. Y hacer política.