Fundó Los Secretos en los 80 y desde hace 25 años navega en solitario haciendo la música que le gusta. Javier Urquijo vuelve esta noche a la ciudad con un concierto en acústico en la sala Barroco (plaza de Albatros) a las 22.30 horas con todas las invitaciones agotadas.

--¿Qué se propone?

--Llevo guitarra y armónica y me acompaña Marco Antonio, con el cajón y la percusión. Ganamos en acercamiento al público a pesar de llevar menos instrumentos.

--Si hace una radiografía del sector, ¿qué se le ocurre decir?

--Está francamente mal. El cinco por ciento que le bajan a los funcionarios es lo que va para copas o salidas a un concierto.

--¿Tanto ha cambiado el panorama desde que empezó?

--Muchísimo. Todo el mundo dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cuando empecé había un montón de tendencias, pero ahora no hay salida. La televisión no tiene programas para sacar grupos nuevos y las radios están muy comercializadas.

--Pero le quedan los garitos...

--Sí. Son un oasis para la música.

--¿Cómo contempla a Los Secretos desde fuera?

--Es el grupo que mejor suena de este país y que tiene las mejores canciones. El problema que veo es que se ha metido en un círculo de hacer siempre los viejos éxitos y no intentar nada nuevo.

--¿Por qué lo dejó?

--Por diferencias con mi hermano Enrique. Luego volví cuando murió con el disco homenaje y ya no había sitio para mí. Me vino bien porque luego saqué mis canciones e hice mi banda.

--Parece que vuelve el revival...

--Es una consecuencia de lo que está pasando. Al no haber nada nuevo que merezca la pena, se vuelve a lo antiguo. A mí me ofrecen constantemente festivales de homenaje a los 80.

--No parece que le guste...

--Me gusta en pequeñas dosis, pero no sistemáticamente. Volver ahora a los viejos éxitos es una trampa para nosotros y la gente. Cuando te acostumbras a escuchar canciones oídas estás yendo por el camino fácil. El público necesita cosas nuevas.

--¿Qué le mantiene a los 50 años en los escenarios?

--La ilusión. El día que me suba solo por dinero, lo dejaré. Tengo la misma ilusión que cuando empezaba en la música, con la diferencia de que ahora el proyecto es mío.