En algunos ambientes cuando uno aparece como sociólogo y sacerdote a la vez se produce una extrañeza en quienes tiene delante. Quizá ocurre porque mucha gente piensa que la ciencia y la fe son incompatibles y que a medida que avanza la primera debería retirarse la segunda. Pero estoy convencido de que los conflictos existentes entre ciencia y fe no resultan de la naturaleza de las mismas, sino de los fundamentalismos dogmáticos que, a veces, se dan en ambos campos y, de los cuales, procuro escapar.

Por ejemplo, hay fundamentalismo religioso cuando se interpretan literalmente los textos bíblicos sobre los fenómenos naturales o históricos como si la Biblia fuera un libro de historia o de ciencias naturales; o cuando no se acepta la autonomía propia del saber científico. Pero también se da el fundamentalismo en la ciencia cuando se piensa que el método científico es el único capaz de describir y agotar toda la experiencia del ser humano en el mundo y se excluye la validez del pensamiento filosófico y religioso, considerándolos anacrónicos.

Pero ya decía el filósofo Voltaire en su obra Dialogues: "Una falsa ciencia hace ateos; una verdadera ciencia prosterna al hombre ante la divinidad". Ciertamente una ciencia engreída y obcecada aleja de Dios. Una ciencia que sea más "ideología" que ciencia produce ateos, pero una verdadera ciencia, objetiva, seria, sanamente empírica, alejada de cualquier desviación ideológica, nos acerca a la divinidad. La ciencia y la religión son autónomas y tienen consistencia propia, es verdad, pero también pueden complementarse.

XLA CIENCIA TRATAx de explicar los fenómenos naturales y sociales, mientras que la religión se dirige más hacia las cuestiones del "por qué", del sentido último de la realidad y de la vida y de la fundamentación de los valores.Cuestiones que la ciencia puede iluminar pero no solucionar.