-Trump gana en Estados Unidos ¿Le parece la constatación del inicio de una era terrible?

-Inevitablemente la victoria de Trump me ha producido sobresalto, igual que a muchos españoles y europeos, pero no debemos juzgar Norteamérica con los criterios de Europa. Los americanos son diferentes. Es la democracia más antigua del mundo y tiene resortes y controles internos que entrarán en funcionamiento. Este sobresalto lo recuerdo cuando ganó Ronald Reagan. Pasó lo mismo. Nos parecía que los norteamericanos se habían vuelto locos eligiendo a un actor para gobernar el país. Y sin embargo ¿qué pasó? pues nada, fue una era bastante interesante dentro de la política internacional.

-Acaba de publicar ‘En tiempos del papa sirio’. ¿Cree que Siria, desde el siglo VIII, está abocada a desgarradores presagios?

-Damasco es la ciudad más antigua del mundo y allí han sucedido muchas cosas. Lo que está pasando ahora llama la atención y merece un juicio. El cristianismo nació en Damasco con San Pablo, de ahí se extendió al Mediterráneo y ahora los cristianos damacenos y sirios están sufriendo una persecución terrible, algo que hace escasamente 15 años era impensable.

-Efrén, el personaje central de su novela, nacido en el barrio cristiano de Damasco y profundamente marcado por la religión, vio la escena de un horno devorando a su padrastro y cómo a su novia la metieron viva en una bolsa con gatos hambrientos que se la comieron. ¿No le parecen terribles las cosas que a lo largo de la historia se han hecho aprovechándose del nombre de Dios?

-La religión tiene un componente de fanatismo, no lo voy a negar; en determinados momentos eso ha sido muy pernicioso para la humanidad, pero no olvidemos que muchas cosas proceden del orden religioso, como los principios de igualdad, libertad, fraternidad... esto es bíblico puro y solamente se da en las sociedades de raíz judeocristiana.

-Efrén forma parte de esa generación de descendientes de Alejandro que abrazaron la fe de Cristo. Debía convivir con los muslimes, vivir una doble vida de disimulo e hipocresía ¿Han cambiado poco las cosas en Siria?

-Creo que hay una distancia enorme entre los inicios del siglo VIII y nuestra época. No se puede extrapolar el presente a aquellos momentos, pero desde luego hay cosas en las sociedades que se han repetido a lo largo de los siglos y el hecho de que unas culturas hayan intentado dominar a otras, incluso eliminarlas, ha sido un genotipo permanente.

-El libro narra el tiempo en el que el califa Abd al Malik fue sucedido por su hijo Walid, que lo primero que hizo fue implantar el árabe como lengua oficial, en lugar del griego y del persa. ¿Qué opina del conflicto catalán?

-El conflicto catalán no está solamente provocado por el idioma sino que hunde su raíz en los nacionalismos del siglo XIX, y eso es un fenómeno que ha continuado en diversos lugares de Europa y que permanece en la Península Ibérica. Hoy tiene muy poco sentido poner fronteras en un mundo globalizado, con los medios de comunicación que tenemos. Me parece totalmente absurdo.

-Entonces no quedaba más remedio que plegarse a las formas y preceptos de la religión de Mahoma si la gente quería conservan sus casas y su estatus ¿Hicieron lo mismo los musulmanes que Hitler con la raza aria?

-No. Son dos mundos diversos, dos culturas absolutamente diferentes. Si las ideologías del siglo XX nos parecen terribles, desde luego no debemos compararlas con otros movimientos que se han producido. En todo caso, todo imperialismo al final no deja de ser unos seres humanos que intentan subyugar a otros y sacar beneficio de ello. Eso le ha pasado a la humanidad desde que el mundo es mundo.

-En marzo de 2011 estallaron las protestas contra el presidente sirio Bashar el Asad. ¿Tiene algo que ver el Pacto de Omar de su libro con todo esto?

-La novela no se puede estar leyendo con las claves del presente porque no es una novela que esté disfrazando la actualidad con unos criterios históricos. Hay que leerla como un estudio de la historia de aquel momento. Entiendo que la historia del ser humano es lineal y que nada de lo que ha sucedido en determinados periodos va a regresar. Eso ya es pasado y el pasado como tal no existe, de él solamente tenemos escritos y vestigios. Cada tiempo histórico es absolutamente diferente. Pero es verdad que la naturaleza humana es la misma y en ella hay una serie de elementos que se han repetido.

-¿No cree que en el fondo lo que está pasando hoy en Siria, más allá de la religión, es un conflicto de intereses económicos entre Rusia y Estados Unidos?

-No me cabe la menor duda. Lo que al principio es un conficto nacional, tribal, religioso... se convierte en un conflicto de intereses donde meten la pata los que quieren sacar beneficios.

-¿Usted defiende una intervención internacional para solucionar el conflicto sirio?

-Eso es un problema del Derecho Internacional complejísimo y el decir esto o aquello, yo desde aquí, desde la pequeñez de nuestra Extremadura, no se me ocurriría nunca. Creo que eso tienen que decidirlo el conjunto de las naciones y para eso hay organismos muy altos y cualificados.

-En su novela se cuenta cómo la gente no pudiendo soportar la humillación optó por expatriarse hacia las provincias cristianas de Occidente... Ahora, el mayor campo de refugiados de Siria es la quinta ciudad más grande en el Líbano... ¿Qué opina sobre los refugiados y la pasividad flagrante con que los mira Europa?

-Me parece terrible. Y en esto me uno a lo que permanentemente está diciendo el Papa Francisco: la humanidad tiene medios suficientes para solucionar este gran problema humanitario. Y no se soluciona por egoísmo, vivimos en una sociedad muy acomodada, egoísta y temerosa, que no quiere que nada incida en su realidad, entonces al otro se le ve siempre como una amenaza. Pensamos que estos sirios son muy diferentes a nosotros, y no lo son tanto. Son pueblos mediterráneos, con raíces culturales muy semejantes a las nuestras, que están sufriendo una grave crisis. Los españoles, los hispanos, hemos sido refugiados y exiliados en muchos momentos de nuestra historia.

-Claro, porque los europeos nos encontramos con la llegada repentina de millones de personas que, hasta hace poco, tenían vidas muy parecidas a las nuestras: trabajos de calidad, casas propias... Y, de golpe, son refugiados que lo han perdido todo por culpa de la guerra...

-Sí. Cuando me preguntan sobre esto estoy remitiendo al testimonio de una monja de origen argentino que es misionera en Alepo, la hermana Guadalupe Rodrigo. Cualquiera puede entrar en internet, teclear su nombre y encontrará una explicación muy acertada de todo esto. Es como cuando aquí venían los europeos y creían que se iban a encontrar con un mundo antiguo, que las mujeres iban vestidas de faralaes y los hombres con sombrero cordobés. Los estereotipos son muy peligrosos; nosotros los tenemos sobre estas sociedades y no nos damos cuenta que desde hace 25 años para acá todas las culturas están intercomunicadas, que vemos las mismas series de televisión, nos vestimos con los mismos tipos de ropa, nos relacionamos de una forma semejante, y tenemos internet, que es la revolución del siglo XXI.

-En 2012 los bombardeos de las fuerzas sirias se multiplicaron y los combates llegaron a Damasco. ¿Qué diferencias existen entre las batallas que narra en su libro y las contemporáneas?

-La tecnología y la ciencia bélica han progresado una barbaridad. Las guerras son terribles, siempre han sido un mal que han sufrido los más débiles y los más pobres, pero en el tipo de guerras que tenemos hoy día sufre todo el mundo, especialmente los más inocentes, puesto que extienden los bombardeos hacia los núcleos de las ciudades y es muy difícil hacer eso que llaman operaciones quirúrgicas, que me parece una gran hipocresía. No se sabe quién puede estar donde cae una bomba, y al final nos encontramos con cientos de miles de muertos que son niños, mujeres, ancianos, enfermos...

-¿Y cree que es un desastre en manos de la barbarie?

-Me parece que el yihadismo es un desastre humanitario. Pretende tener una raíz intelectual y hundir sus principios en los orígenes del islam, pero es una involución cuyo objetivo es acabar con la liberación de la mujer, los regímenes de libertades, la democracia y a fin de cuentas con todo lo que suene a occidental.

-«Me sentí como si acabara de presenciar el fin del mundo», dice Efrén, su protagonista...

-Esa frase está sacada de testimonios de personas que vivieron los bombardeos de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la destrucción de Berlín, muchos alemanes pensaban que estaban viviendo el fin del mundo. Creo que ahora hay un peligro evidente de que tengamos un conflicto que se extienda a gran parte de la humanidad.

-¿Pero considera que volverán a colocarse en su sitio las piezas de un mundo roto?

-Sí. La guerra fría supuso la división del mundo en dos bloques antagónicos y que parecían irreconciliables, pero luego cayó el Muro de Berlín, las potencias llegaron a encontrarse... Lo que está sucediendo hoy de ninguna manera se podía concebir cuando yo era un muchacho de instituto en los 70. Sin embargo, todo fue a su sitio. Y no solamente hemos tenido una era de progreso, sino de entendimiento y de paz. Ha habido guerras pero por primera vez ha habido organismos internacionales que medio han funcionado, como la ONU.

-¿Qué diferencias existen entre la Biblia y el Corán?

-El Corán es un libro de religión, fundamentalmente, pero contiene otros elementos sociales, jurídicos, organizativos y hasta económicos. No se puede comparar, de ninguna manera, con la Biblia, que es un conjunto de libros escritos por diversos autores, en diversas épocas y con una inspiración muy diferente. El Corán lo escribió una persona, Mahoma, en un momento histórico determinado. Pienso que al paso de los siglos, muchas de las cosas que contiene difícilmente se pueden trasladar, aún dentro de una exégesis, al presente. Aún así, es la ley por la cual se rige una comunidad humana multitudinaria. Hay que tener gran respeto hacia esa comunidad, hacia sus costumbres y hacia su religión. Y de ninguna manera se puede confundir Corán y yihadismo, que es un movimiento, un fanatismo que ha surgido del mundo islámico, pero que no engloba a lo que es la totalidad de la Umma, los creyentes de Alá y Mahoma.

-Habla precisamente del yihadismo, ¿qué es eso de tener un país islámico, de hacer la revolución del Islam?

-Pues eso es una mezcla de una serie de ideologías que surgieron en un determinado periodo de la historia, siglo XIX y principios del XX, que se han insertado en un fanatismo tremendo. Estos movimientos fundamentalistas de raíz islámica se repiten ciclícamente. Ahora parece ser que tocaba. Y al fundamentalismo islámico se le añaden otros criterios que han sido difundidos por la globalización. Ellos hablan de revolución yihadista e incorporan ahí elementos de la lucha de clases, del marxismo, del troskismo, de las ideologías que estuvieron jalonando los grandes movimientos del siglo XX.

-Constantinus viajó de Roma a Constantinopla para resolver las desavenencias entre las Iglesias de Oriente y Occidente. ¿Cuáles son hoy los retos del Papa?

-El Papa Francisco es muy consciente de que tiene una gran responsabilidad, porque se le oye y se le entiende. Habla con la lógica de la razón inspirada por sentimientos religiosos. En él no se escucha recelo, nunca llama al miedo sino a la valentía y la esperanza sin dejar de denunciar los grandes males de la humanidad, el fanatismo, el terrorismo.

-¿Por qué escribió este libro?

-Surge de una casualidad, haberme encontrado con un documento que habla de la presencia de los refugiados godos hispanos después de la invasión islámica en Roma. Me sorprendió que el principal líder espiritual de Hispania se exiliara con toda su gente y fuera a pedir el auxilio del Papa. Descubrí que los documentos hablaban de un Papa sirio. Esto me llamó tanto la atención en estos momentos que me puse a investigar. Me di cuenta que tenía una gran historia entre las manos y que tenía que contarla. Opino que la novela histórica no es solo una historia de batallitas y de sucesiones de reyes con amoríos e infidelidades entre medio. Tiene que ser mucho más, debe contener una filosofía de la historia, nos tiene que ayudar a comprender el pasado.

-¿Cómo era ser niño?

-Mi infancia ha sido la de un niño extremeño normal y corriente. Nací en los inicios de los 60. Mi adolescencia transcurrió en los 70 y la universidad y la juventud en los 80. Puedo ser el estereotipo de cincuentón en nuestros tiempos (risas).

-¿Qué aprendió del colegio?

-He sido siempre de la enseñanza pública y aprendí mucho porque tuve muy buenos maestros y no he dudado en ningún momento que gran parte de los conocimientos se lo debo a esa enseñanza, que considero extraordinaria sin paliativos.