Con siete temas que llevan nombres de ciudades y emociones, el saxofonista Joaquín de la Montaña cumple uno de sus sueños: grabar un disco con una ayuda a la producción de la Junta y el apoyo de sus colegas de oficio. Ayer presentó Diario de las emociones en el Gran Teatro con un concierto. Aunque vive en una calle cerca de la plaza Mayor, se imagina en unos años tocando en un club de jazz de otro lugar de Europa.

--En la carátula del disco aparece a pecho descubierto. ¿Es su forma de ir por la vida?

--Quería mostrarme desnudo y transparente. Es una fórmula para expresar lo que quería. También una forma de mostrar que no tengo miedo a hacer las cosas que me apetezcan.

--¿De qué emociones habla?

--De la tristeza por la muerte del trompetista Félix Bote, gran amigo y músico que trajo la música moderna a Extremadura. De la rabia de no acabar los sueños, como me pasó en San Sebastián, o de la ilusión de seguir para adelante. He querido que el disco suene a las emociones que nos mueven a todos.

--¿En qué nota la calidad de un saxofonista?

--Me llama la atención el sonido. Paul Stocker, también saxofonista, me dijo que para estudiar tenía que meterme en una burbuja. En Donosti me encerraba en un armario, entre mantas para trabajar el sonido.

--Hubo siete músicos en el escenario, una bailarina y una bailaora. ¿Qué quiso transmitir?

--Como el jazz no tiene letras, es una forma de ponerle imágenes a esas emociones. Ellas son las guías del espectáculo y las que van expresando esas emociones.

--Hay cuatro ciudades en su vida: Cáceres, Granada, San Sebastián y Evora. ¿Qué le han dado?

--San Sebastián, amigos y el comienzo de mi carrera más seria. Granada, tranquilidad y un gran amigo, Paul Stocker. Cáceres, el sosiego y volver a casa. Evora me está dando la luz y el camino.

--Volvió cuando había volado de Cáceres. ¿Qué le pasó?

--Me fui a estudiar a San Sebastián, pero no pudo ser. Regresé a Cáceres a pensar. Ahora he vuelto a estudiar una carrera en Evora.

--¿No teme estancarse?

--No, porque ya tengo fijados mis objetivos. Muchos grandes del jazz tocan en un garito. Cuando esta etapa acabe, me iré a Europa. Quiero encontrar el sitio donde sienta que se reconoce al jazz. Necesito ese espacio.

--¿Qué le hace falta a los músicos en esta ciudad?

--El ambiente de que se está cociendo algo de verdad. Mi referente es Granada. Puedes acabar con músicos o escritores. Cáceres es una ciudad para eso, encantadora, pero no me da ese espacio que necesito como artista.

--Diez euros entrada más cd. Cinco euros sin disco. ¿Tiempos difíciles para los artistas o un modelo que está agotado?

--En momentos de crisis hay que ser más osado e inteligente. La gente sigue necesitando emocionarse para desconectar de la crisis. Son tiempos distintos. Si te mueves, hay trabajo.

--¿Con quién le gustaría tocar?

--Con Jorge Pardo. Es un referente, no solo como músico sino como persona y maestro de la vida. Es un tío que vale, emociona y transmite cosas.

--¿Conseguirá lo que sueña?

--Los sueños que me voy proponiendo los he conseguido. A veces son más importantes el trabajo y el tesón que estar tocado por una varita mágica.