Cáceres, 26-2-1975. Asesor jurídico de la Junta de Extremadura y un apasionado de su ciudad, de la que ofrece su visión.

--¿En qué bando está? ¿En el de los que 'rajan' de Cáceres o en el de los que la adoran por encima de todo?

--Adoro Cáceres. Pero adorar no significa que no pueda ser crítico. La ciudad tiene sus limitaciones y tiene que aprender a ser igual de reivindicativa que otros municipios de Extremadura. No puede seguir anclada en el inmovilismo actual, debe reclamar para sí más atención, y sobre todo, más inversión pública.

--¿Qué es lo mejor de la ciudad?

--Su patrimonio histórico-artístico y la hospitalidad y cercanía de sus gentes. Cáceres es la ciudad más bonita de Extremadura, es un ejemplo singular y único de la conjunción entre las formas árabes primitivas, las romanas y la arquitectura de plazas, palacios y casas señoriales.

--¿Y lo peor?

--Es una ciudad acomplejada, sumida en un permanente letargo, que debe mirar con más ahínco y optimismo hacia el futuro y tiene que aunar todo su esfuerzo en conjugar la modernidad con la extraordinaria herencia histórica que posee.

--¿Ha mejorado lo suficiente en los últimos 20 años?

--Ha tenido períodos de progreso y desarrollo. La declaración como ciudad Patrimonio de la Humanidad en el 86 significó una gran promoción de la ciudad y supuso una evolución significativa en los ámbitos económico, social y cultural. Sin embargo, hoy Cáceres permanece estancada, debe realizar una apuesta decidida basada en su gran capital humano, y en concreto, una apuesta firme por la juventud, ya que estamos ante la generación mejor preparada de la historia.

--¿Cuál es su rincón favorito?

--Hay innumerables lugares y rincones maravillosos. Pero me quedaría con el Parque del Príncipe, le tengo especial cariño, era el lugar donde jugaba en mi infancia y hoy disfruto volviendo allí a corretear con mi hijo Ignacio.

--La gran polémica: ¿le gustó como quedó la Plaza Mayor?

--Mucho, la remodelación de la misma fue un gran acierto de la anterior corporación. Ha vuelto a convertirse en ese espacio abierto y punto de encuentro que nunca tuvo que dejar de ser. Es un lugar que mezcla la modernidad con la historia.