Begoña R., de 23 años, vive hoy de milagro. Ayer se temió que saltara al vacío desde un noveno piso para escapar del incendio que arrasaba su vivienda en el edificio Covadonga, en el número 27 de la avenida de Antonio Hurtado.

Durante unos ocho minutos de angustia y pánico, la joven permaneció literalmente colgada de la fachada, agarrada al marco de la ventana de su dormitorio, pidiendo desesperadamente auxilio mientras grandes bocanadas de humo negro salían hacía el exterior. Decenas de vecinos le instaban a voces que esperase. Los bomberos consiguieron rescatarla a tiempo. "Han sido los peores momentos de mi vida", declaró brevemente la joven a este diario horas después.

El incendio se saldó con dos heridos leves: la joven sufrió una ligera intoxicación por monóxido de carbono y su compañero de piso, otro joven de 20 años, que consiguió salir antes de la casa, resultó con quemaduras de primer grado (leves) en una oreja y una mano, según confirmó el Servicio Extremeño de Salud. Una vecina del décimo piso, N. R., de 67 años, presa de los nervios, también tuvo que ser atendida in situ porque había respirado un poco de humo.

EL SUCESO El fuego comenzó sobre las diez menos diez de la mañana en el salón de la vivienda. Las causas aún se desconocen. El brasero estaba encendido y también la televisión, según declaró el joven tras el suceso. Había dormido toda la noche en el sofá del salón. Se levantó para vestirse en su habitación y cuando dejó el comedor, escuchó una fuerte explosión.

Presumiblemente fue el televisor aunque no se ha determinado si el fuego lo provocó este aparato, el brasero o un cortocircuito. Las dos bombonas de butano que había en la cocina seguían intactas. "Fue como si el piso se zarandeara, salí de mi habitación y todo estaba en llamas. La instalación de luz era muy antigua y nos saltaba muchas veces", explicó el muchacho, Tomás A. H.

En cuestión de minutos, el humo invadió toda la casa mientras las llamas devoraban el salón, desde el que se accede al resto de las estancias del piso. El chico salió "a ciegas" apresuradamente llamando a voces a su compañera, que aún dormía. La joven quedó atrapada en su habitación, la última de la casa.

Al no poder escapar por el salón, trató de huir del humo por la ventana, saliendo al exterior completamente y agarrándose al marco de aluminio. "Se la oía gritar: "Socorro, que me tiro; socorro, que me tiro", contó un vecino del octavo. Los bomberos también aseguraron que, cuando llegaron, la chica estaba "en una situación muy precaria y amenazaba con tirarse". La joven negó este extremo.

EL RESCATE El aviso del incendio entró en la centralita de la policía local a las 9.52 horas. Diez minutos después, los bomberos habían llegado al edificio y procedían al rescate. Se organizaron dos equipos para intentar un rescate exterior, con una escala, y otro interior. Finalmente llegó antes el equipo que accedió por dentro del edificio.

"No había gran carga de fuego en el salón, solo mucho humo que impedía la visibilidad y fueron inmediatamente a por la chica", explicó el jefe de guardia del Sepei. Los bomberos sujetaron a la joven, la ayudaron a entrar de nuevo y le colocaron una careta para poder sacarla.

Una ambulancia del 112 la trasladó al San Pedro de Alcántara. Otra ambulancia de Cruz Roja trasladó a su compañero al hospital Nuestra Señora de la Montaña para que le curasen las quemaduras. Ambos fueron dados de alta horas después.

Los dos jóvenes vivían de alquiler en la vivienda. Hasta un mes antes, la habían compartido con otros dos compañeros. El piso quedó muy afectado por el incendio, sobre todo por el humo, aunque las llamas arrasaron el salón y parte de la entrada.

Algunos vecinos, muy nerviosos y asustados, abandonaron sus pisos por precaución, aunque no hubo que evacuar el edificio al estar el fuego "muy localizado en uno solo", aclaró el jefe de guardia del Sepei.