Un 40% de los jóvenes cacereños mantienen su primera relación sexual antes de los 19 años, y de ellos la mayoría entre los 15 y los 17, aunque casi uno de cada diez lo hace entre los 10 y los 14 años.

Son precavidos y habitualmente usan el preservativo, pero un porcentaje considerable (15%) todavía se arriesga con la marcha atrás . Generalmente no tienen miedo a las consecuencias del alcohol, el tabaco o el cannabis, ni siquiera a las enfermedades que pueden contraer si prescinden del condón.

Su principal temor, y de forma muy considerable, es cómo decirle a los padres que esperan un hijo y someterse a un aborto, porque en la mayoría de los casos ni siquiera se plantean seguir con el embarazo. Muchos lo harían incluso en secreto.

Esta es la radiografía de los jóvenes cacereños y su relación con el sexo según el informe 2005 del Centro Juvenil de Orientación para la Salud (Cejos), que mantiene abierta una asesoría gratuita en el número 34 de la calle Pintores. Sus profesionales tratan la educación afectivo sexual, los trastornos alimenticios y la prevención de drogas y de la violencia de género. Los jóvenes acuden o llaman al teléfono de consulta cuando precisan información, se encuentran en apuros o necesitan el material del centro, que puede ser desde los fondos de su biblioteca hasta preservativos.

LOS SUSTOS, PARA ELLAS Dependiente de la Liga Extremeña de la Educación y la Cultura Popular, el centro atendió el pasado año a un total de 2.560 jóvenes entre consultas directas en la sede y talleres impartidos en centros docentes. Curiosamente, las chicas casi duplicaron a los chicos a la hora de acudir al centro debido a que son ellas las que pueden quedar embarazadas o estarlo ya, uno de los principales motivos de asistencia al Cejos.

Además, casi la mitad de los chavales que pasan por la asesoría de este centro juvenil de orientación tienen menos de 19 años e incluso son adolescentes, "una edad de miedos y riesgos". Quizás por ello, "al no mantener todavía relaciones estables", explican Raquel Gutiérrez y Jara Fernández, profesionales de este centro cacereño, "vienen con los amigos (57%) o solos (35%), pero casi nunca lo hacen en pareja o con sus familiares".

La edad de inicio en el sexo se sitúa entre los 15 y los 17 años para la mitad de los jóvenes. "Muchas veces no saben escapar a la presión del grupo. Las amigas lo hacen, la pareja lo pide... Les cuesta afrontar la situación. El alcohol también juega un papel importante", señalan las mencionadas asesoras.

Casi el 85% sí utiliza anticonceptivos en su primera relación, sobre todo el preservativo (81%), un método que además de evitar embarazos previene la transmisión de enfermedades. "Pero no lo hacen por temor a un contagio, no tienen miedo, a esas edades parece que nunca les tocará a ellos. Cuando viene una chica que cree estar embarazada ni siquiera se plantea que también puede haber contraído algo".

La mayoría de los jóvenes que acuden al centro cursan estudios, y de ellos casi un 60% aún no han llegado a la universidad. Es precisamente a esas edades cuando asaltan las dudas y se cometen deslices . De hecho, los sustos y la información sobre anticonceptivos para que no vuelva a ocurrir suponen uno de los motivos de consulta habituales. "Llegan nerviosos, quieren desahogarse", relatan las asesoras.

Durante el 2005, el Cejos realizó 16 test de embarazo y casi 30 jóvenes pidieron la píldora post-coital. "En este caso les derivamos a Planificación Familiar, pero dejamos claro que no se trata de un sistema anticonceptivo, aunque nos consta que algunos sí la piden habitualmente sin tener en cuenta los riesgos". Cabe destacar que sólo dos jóvenes solicitaron consejo sobre el aborto.

¿DROGA?... ¿QUE DROGA? Según Carlos Neto, presidente de la liga extremeña, y Teresa Caballero, coordinadora del centro, la prevención de drogas es otro de los puntales formativos e informativos del centro. Y buena falta hace según sus datos. A raíz de los talleres que realizan con cientos de jóvenes en los centros educativos, concluyen que "a esas edades no creen que el alcohol, el tabaco o el cannabis sean peligrosos, los ven habitualmente, no temen sus efectos quizá porque todavía no han tenido malas experiencias. Además, no consideran tan negativo ir embriagados por la calle". De hecho, el consumo de cannabis se ha incrementado en los jóvenes de hoy respecto a los de otras generaciones.

En cuanto a las drogas duras , como el éxtasis o la cocaína, "los adolescentes con los que trabajamos en las aulas aún no han entrado en contacto con ellas, no están en su entorno, no se lo plantean". Y respecto a los trastornos alimenticios (anorexia, bulimia...), la incidencia, o quizá la concienciación, es mínima a tenor de las escasas consultas que han recibido.