"La encontré en la cama, con los ojos medio abiertos, la boca abierta, una jeringuilla al lado y en una silla junto a la cama una cucharilla y unas pastillas". Es lo que Zósimo Pascual, en libertad provisional, mantiene que ocurrió, según ha podido saber EL PERIODICO.

Su declaración sobre lo sucedido la inicia en el puente festivo de primeros de diciembre del 2005, fechas en que se fija la desaparición de su hermana Aurora, que como ya informó este diario fue encontrada el 20 de abril muerta y emparedada en una habitación de su casa.

Indica que en esas fechas estaba en casa de su hermana, a la que iba siempre los meses de julio y agosto, las fiestas y los fines de semana para poder estar con su pareja --también detenida-- porque a ellos no les concedían la vivienda social que habían solicitado hacia tres años.

Un día, señala sin concretar fecha, ella se marchó muy temprano y no volvió, pero al principio no le dio importancia porque, según asegura, era algo que hacía de forma habitual. Fue al tercer día cuando, siempre según la versión del acusado, estaba ya intranquilo y llamó a la puerta de su habitación, y como no le contestaba intentó abrir y había una mesilla tras la puerta, pero finalmente abrió y la encontró ya muerta.

"Me asusté mucho, salí corriendo a buscar a mi compañera, le conté lo que pasaba y fuimos al piso. Estuvimos dos días sin saber qué hacer y al tercero recibí una carta de la Junta denegándonos el piso y entre los nervios por lo de mi hermana, el disgusto por lo del piso" ambos decidieron hacer el habitáculo donde escondieron el cuerpo de Aurora. Decidieron emparedarla y quedarse en la casa de ella "sin pensar en las consecuencias", asegura Zósimo Pascual.

Es lo que él mantiene.