Una parada a la que casi nadie se resiste, y menos aún si Fernando Marchén está en plena acción, es el puesto de artesanía del vidrio que ha levantado este uruguayo afincado en Santiago de Compostela. Su arte en el soplado del vidrio lo aprendió en Buenos Aires y desde que llegó a España, hace ya algo más de tres años, es su profesión en exclusiva. A este arte se dedica en el taller de su casa en Santiago, lo comercializa y lo da a conocer en cuantos mercados temáticos puede. En los de Cáceres ya ha estado en varias ocasiones, y dice que "la gente de esta ciudad responde muy bien".