L a obra, representada el sábado en San Jorge, tiene sus raíces en la Edad Media, dentro de la época dorada de la cultura judía. Trata de un hecho histórico, que narra la pasión que el Rey Alfonso VIII sintió por la judía, Raquel, de Toledo. A este hecho se refiere Alfonso X el Sabio en la Crónica General (1270). El Rey se enamoró locamente de la joven judía, llamada la Fermosa, y se olvidó de su esposa, Leonor. También se apartó de su familia y de sus obligaciones, como gobernante, durante siete años. Leonor le amenaza con marchar a Inglaterra, su patria, junto con el heredero. En consecuencia, la Fermosa, Raquel, morirá a manos de los consejeros de Alfonso VIII. La historia termina de manera feliz con la reconciliación de los monarcas.

Laila Ripoll ha trasladado la historia a nuestra época, de forma acertada. Un rey es tan solo un hombre, que abandona la política para dedicarse a sus amoríos, dejando al país desgobernado. La obra es una tragedia amorosa, y también política, en la que apuntan resabios de nuestro tiempo. Y donde los hombres de poder son reconocibles, sin duda, en actitudes, que se dan en nuestros días.

El texto es complejo, de él surge un espectáculo complicado dentro de una situación enmarañada. Posee una fuerza poética, perturbadora, con escenas y frases inolvidables, que producen un sinfín de sensaciones.

La representación se desarrolló de manera pulcra, perfecta y asequible al público. La dicción y actuación de actores y actrices, inmejorable. Hubo numerosos recursos que le dieron belleza y gran esplendor, como el No-Do, la tormenta, el fuego, el vestuario, el sonido en general.

La intervención del labriego resultó oportuna y esclarecedora. Canta mientras trabaja, distingue el canto de los pájaros, las hojas de los árboles, y los pliegues del corazón. Al avanzar la representación, todos sabíamos quién tenía que morir.

La enseñanza, moraleja, de la historia resultaba clarísima.

La obra fijó nuestra atención de principio a fin. Fue muy aplaudida por los espectadores, que llenaban las butacas, pues nos cautivó, nos enseñó...