A sus 38 años puede presumir de haber conocido las bodegas de hoteles de prestigio y restaurantes de postín. Nacido en Bélgica, José Manuel Mangas descubre los secretos del vino.
¿Dónde aprendió su oficio?
--En la escuela de hostelería Chateau Mazar, en Lieja. Luego estuve en Madrid y llevo desde abril del año 99 en Atrio.
¿Qué hay detrás del sumiller?
--No hay nada especial, pero tenemos que investigar siempre y buscar nuevos vinos. Es una profesión bastante dura porque no hay muchos compañeros con los que compartir conocimientos.
Tener la mejor carta de vinos del mundo, ¿es un privilegio?
--Es bonito, pero es duro porque no sabes qué vino te va a pedir el cliente que entra por la puerta. Siempre tienes que estar atento como un espía, por ejemplo, de su forma de coger la copa.
¿Se siente un poco psicólogo?
--Realmente no, pero la experiencia te la van dando los años, igual que la profesionalidad.
¿A quién ha conquistado gracias al vino?
--Hay mucha gente interesada en el vino y en su cultura. Vas haciendo amistades, pero siempre desde tu labor profesional.
¿Cree en ´in vino veritas´?
--La verdad del vino está en saber disfrutarlo y saborearlo.