En estos últimos días, un centro educativo de tanto peso en nuestra región como el Instituto de Secundaria Universidad Laboral de Cáceres está siendo mencionado con profusión en la prensa. Sea por la crisis creada con motivo del nombramiento de director para los próximos años, sea por la denuncia presentada por un parlamentario del Partido Popular, basadas en unas fotografías de autor anónimo, acerca del supuesto mal estado de alguna de las instalaciones del centro, podría decirse que la Laboral se ha convertido en la noticia del mes.

La situación creada hace pensar a quien suscribe, profesor desde hace más de 30 años en dicho centro, y de lo cual se siente extraordinariamente orgulloso, que existen dos mundos paralelos, sin contacto alguno entre ellos. Uno es el de los políticos, dedicados a esa actividad por motivos más o menos nobles (en algunos casos hay que hacer verdaderos esfuerzos para atribuir a la nobleza ciertos comportamientos) y otro el de los ciudadanos, el de los profesores y educadores en este caso, que lo único que pretenden es prestar sus servicios a la comunidad, a los alumnos y sus familias, de la mejor manera posible, lo más eficazmente posible, sin interés político alguno, sin pretensiones de ascenso en el escalafón de ningún tipo.

La situación planteada últimamente en la Universidad Laboral de Cáceres, en particular la originada en la denuncia de un portavoz del Partido Popular basándose en unas fotografías de espacios muy concretos de autor anónimo, como decía más arriba, trae a mi mente, no sé si con fundamento o no, la situación planteada en el hospital de Leganés en el que un equipo médico sensibilizado con el dolor de algunos enfermos terminales procuraba aliviar su sufrimiento aplicándoles unos tratamientos que les permitieran vivir sus últimos días con dignidad. Una denuncia, también anónima, de la que se hizo inmediatamente eco el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid (curiosamente también del PP) ha producido un daño irreparable al buen nombre de dicho hospital y al de sus numerosos profesionales sanitarios. Da la sensación, allí o aquí, de que lo que interesa es perjudicar al adversario político, al que piensa de manera diferente, sin importar lo que haya que llevarse por delante. Aunque, en nuestro caso, haya que manchar el nombre de un centro educativo de referencia en nuestra región, por el que han pasado a lo largo de su historia más de treinta mil alumnos, y que ha contribuido como pocos a la formación de nuestros jóvenes, especialmente los de menos recursos económicos.

Llama la atención en el caso que comento que en los tiempos que corren aún exista quien se oculte en el anonimato para denunciar lo que considere denunciable. No es ésa la forma de proceder que yo aconsejaría a mis propios alumnos. Afortunadamente ya pasó a la historia la época en que la libertad de expresión era inexistente en nuestro país y en la que criticar a la autoridad llevaba acarreados peligros sin tino.

Justamente por eso, porque la mayoría creemos en que actuar a cara descubierta es propio de cualquier ciudadano responsable, más aún si se dedica a la docencia, la práctica totalidad de los jefes de departamento del IES Universidad Laboral rechazamos públicamente hace días el proceso que se estaba siguiendo para nombrar un nuevo director.

Se trata de algo que, en principio, no tiene nada que ver con lo denunciado por el PP, pero que, en cierto modo, podría relacionarse con ello. Y la relación se encontraría en el hecho de que, en este caso, bien pareciera que las autoridades educativas, a la hora de enfrentarse a una situación cual es la de nombramiento de director de un centro tan singular, se guiaran más por razones de amiguismo político o personal que por razones de eficacia.

En resumen: que a los profesores de la Laboral nos gustaría que unos y otros nos dejaran en paz y nos permitieran trabajar lo mejor posible, sin que intereses ajenos a la mejor educación de nuestros alumnos, en un contexto ya de por sí lleno de dificultades, se interpusieran en nuestro camino.