El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma. Lo dijo Arthur Miller, uno de los dramaturgos y guionistas estadounidenses más célebres de todos los tiempos. Y aunque la crisis haya levantado tantas ampollas no ha conseguido eliminar este arte que inventaron los griegos para enseñar la democracia. El teatro tiene mucho de demócrata, seguramente porque enseña valores y destapa injusticias. O porque siempre busca una salida, aunque sea de emergencia. Que es lo que está pasando ahora con el microteatro, una forma nueva de incluir la cultura en lo cotidiano, un formato que consiste en la representación de una obra teatral con una duración de no más de 15 minutos en un micro escenario con al menos 15 metros cuadrados y alrededor de 15 a 20 personas como espectadores.

Las microobras forman parte de un tema en general, suelen hablar del dinero, el sexo, el amor, los muertos, las mujeres, el futuro, y se ponen en escena de la mano de distintos actores, escritores, directores. La idea se origina en Madrid, donde mensualmente se representan cientos de miniobras de distintos autores en lugares a veces insospechados como un antiguo prostíbulo o un viejo convento o un garaje y eso supone un éxito inesperado en ciudades como Barcelona o Valencia, que ahora nos llega a Cáceres gracias a LaBotika, grupo consagrado que dirige el dramaturgo Marce Solís y cuyo proyecto ha gustado tanto al diputado de Cultura, Alvaro Sánchez Cotrina, que lo ha incluido en su ambicioso programa Cultura Crítica, que a lo largo de este año ha llevado música o arte urbano (ahora también teatro) a decenas de poblaciones cacereñas abordando temas como la xenofobia, la intolerancia, el mal uso de las redes, el cambio climático, con el ánimo de despertar conciencias y acercar la cultura a la gente.

El microteatro llegará a nueve localidades de la provincia con obras que representarán grupos amateurs de cada municipio, que pondrán en escena una de las tres piezas escritas por tres buenos autores, Isidro Timón, Juan Copete y Fulgen Valares. La actividad se desarrollará del 22 de julio al 30 de septiembre y llegará a Logrosán (día 22, allí una casa rural servirá de escenario, por ejemplo), Malpartida de Cáceres (4 de agosto), Collado de la Vera (8 de agosto), Pinofranqueado (10 de agosto), Casar de Cáceres (26 de agosto), Zorita (17 de septiembre), Malpartida de Plasencia (24 de septiembre), Torrejoncillo (29 de septiembre) y La Cumbre (30 de septiembre).

Las obras que se representarán tienen un argumento social y abordan temas como la inmigración, la crisis en el teatro y la política, los problemas económicos de una familia para salir adelante, cómo una mujer ayuda a su marido para que pese a los impagos de la luz y la amenaza del desahucio pueda seguir adelante con su proyecto teatral. Al término de las representaciones se pondrá en escena la obra 'Como una bolsa de rafia', del grupo LaBotika, que muestra la problemática de la violencia de género en el mundo rural y en la vejez y que interpreta de forma magistral la actriz --siempre sonrientemente arrolladora-- Ana Franco. Por eso es tan digna de aplauso esta iniciativa, porque cumple esa máxima de que el teatro es infinitamente fascinante al ser tan accidental como la vida, o simplemente porque llega donde no llegan otro tipo de caricias.