Juan José Rivera, de 27 años, es jardinero en el centro especial de empleo San Jorge de Aspainca, pero él prefiere la pintura a la jardinería. "Me relaja y me hace imaginar", dice. Su discapacidad intelectual es inapreciable, pero está ahí en algún rincón de su cerebro. Pese a ello, ni a él ni a otros diecisiete discapacitados psíquicos, de entre 6 a 30 años, esa minusvalía les ha impedido dar forma y color a sus lienzos.

Desde ayer la obra de estos dieciocho jóvenes cuelga de una de las salas del Museo de Cáceres (plaza de las Veletas). Son cuarenta cuadros de pequeño formato y la mayoría con motivos africanos, ya que ha sido ese el tema elegido este año para el curso de pintura desarrollado por el colectivo Aspainca, en el que han participado estos discapacitados. "La pintura les sirve de terapia, además de entretenimiento. Ayuda a desarrollar su capacidad motriz, pero también a expresarse", afirma la monitora del curso, Luisa Perera.

Miguel Claros asegura sin rubor que su Arlequín "es la obra más elegante y clásica de todas". Marta Monroy, de 17 años y con síndrome de Down, señala que a ella le gusta mucho pintar y que seguirá haciéndolo. "Estoy muy orgullosa de que mi cuadro esté aquí", concluye.

"Esta exposición demuestra que el discapacitado tiene capacidad de hacer cosas, sólo hay que darle una oportunidad", reflexionó ayer la concejala de Bienestar Social, Basilia Pizarro en la inauguración. Quizás ninguno sea un gran artista, pero en cada cuadro dan una lección de capacidad.