No es que Cáceres sea una ciudad especialmente insegura, pero últimamente parece que lo único que vale aquí es la ley de la calle, la de aquellos que aprenden a esquivar las normas del civismo y la convivencia.

Quizás no sea insegura, pero lo cierto es que los robos son cada vez más frecuentes. En las últimas semanas han proliferado los robos de coches o en el interior de los mismos, produciéndose hasta una veintena en tan sólo dos semanas. Antes fueron robos en viviendas. Y los que nunca faltan en las calles de esta ciudad son los pequeños hurtos y agresiones a menores.

Realmente sorprende la cantidad de bandas juveniles que actúan a diario. En la mayoría de los casos sus víctimas son menores a los que con intimidación sustraen sus escasas propiedades, como relojes y móviles, y el poco dinero que puedan llevar encima.

Lo que importa no es lo sustraido, sino el temor que dejarán en sus pequeñas víctimas.

Y ante esto ¿qué? Hace unos días un agente me comentaba: "La verdad es que los pequeños delincuentes se ríen de nosotros". Se refería a la impotencia que muchos sienten al actuar en los delitos callejeros protagonizados por menores, pues no es fácil.

Sea como sea, las autoridades competentes tendrán que tomar medidas. Las leyes son para todos, y los que las cumplen tienen derecho a sentirse protegidos.