De gira con Fito Cabrales, con el que esta noche hará parada en Cáceres (recinto hípico, 20.30 horas, entradas a 26 euros en taquilla), Lichis se despide de La Cabra Mecánica para seguir adelante con otros proyectos. Atrevido y pragmático, el músico catalán sabe bien qué terreno pisa tras miles de kilómetros de carretera.

--¿Tiene colegas extremeños?

--Sí, El Desván del Duende. Canté en su disco y, como toda persona de bien, soy fan de Extremoduro. También conozco a Luis Pastor porque somos vecinos en Rivas Vaciamadrid.

--¿Qué recomienda a los nuevos grupos que hagan?

--Que busquen un buen abogado, un buen psicoanalista y un profesor de armonía.

--No creo que se atreva a retirarse de los escenarios...

--Dejo La Cabra, pero yo sigo. La música ha sido como una apuesta suicida y, a mis 40, es muy tarde para meterme a aprendiz de otra cosa. Sigo con mi grupo de blues, monté un estudio en Barcelona y estoy componiendo para Miguelito, mi nuevo proyecto, en el que mezclo country, folk y blues.

--¿Es un todoterreno?

--Mi manera de enamorarme de la música fue así. Mis gustos siempre han sido abiertos. Ser músico es un trabajo multidisciplinar, no solo por la cantidad de cosas que tienes que saber sino por la cantidad en la que tienes que buscarte la vida para cubrir tu día a día.

--Fito y La Cabra. ¿Cómo enganchan los dos conciertos?

--Me invita a cantar Barra Americana y él hace una versión de Todo a Cien. Me gusta mi función de abrir el concierto y animar el cotarro antes de Fito.

--¿Quedarán al final solo los escenarios pequeños?

--Permiten hacer otro tipo de proyectos. Los garitos son el germen de cualquier movimiento musical. Si hubiera más inversión para acondicionar pequeños cafés y cuidarlos como un bien cultural, daría caché a las ciudades y mayor calidad a los músicos locales.

--¿Cree en la crisis de los 40?

--¿Crisis? Creo que sí porque llevo una camiseta de AC/DC y las mismas botas camperas que a los 15 años. Me voy a casa a rascar una guitarra escuchando a Dylan y The Beatles.