Mi amigo Fede es un hombre afortunado. En marzo acudió a una consulta y le dijeron que era conveniente controlarle su dolencia por lo que le volverían a citar en tres meses. Hasta hace dos días no le han citado pues como formaba parte de esa bolsa oculta que tenía el SES hubo de reclamar. !Qué versátiles son las bolsas! Sabíamos que servían para la basura y para el dinero negro pero ya hasta meten en ellas a los pacientes.

¿Dónde está su fortuna? se preguntarán ustedes. Pues resulta que la consulta era en oftalmología en el Hospital Virgen de la Montaña y acaso en la misma sala cuyo techo se derrumbó, de manera que tuvo suerte con no ser citado a tiempo. En Atención al Paciente, una amabilísima, agobiadísima y atareadísima señora se encargó de su reclamación con éxito, pues fue llamado a consulta y el día señalado acudió con la cabeza cubierta con un casco de obra pues había leído que un estudio detectaba serias deficiencias en otros techos. Aposentado ante el galeno contestó a cuantas preguntas le hacía sobre la calidad de su visión.

"Mire usted a esta pantalla y dígame lo que ve". Pero como Fede es un hombre prudente, no miraba a la pantalla sino al techo pues apenas descubriera alguna irregularidad que pudiera dar lugar a otro derrumbe saldría corriendo. Pero tanto le insistieron que no tuvo más remedio que mirar a la dichosa pantalla aunque de reojo no dejaba de mirar al techo.

En la pantalla no fue capaz de distinguir ninguna letra lo que le acongojó pues pensó que su visión estaba en peores condiciones de lo que creía. "Es que lo veo muy borroso" se atrevió a proferir. El doctor le tranquilizó: "Tiene razón. La pantalla está en malas condiciones" Los recortes, ya se sabe.

Le citarán en tres meses de manera que tiene tiempo de comprarse una pantalla, en los chinos que también él está en crisis, y llevarla a la consulta pues con la que tienen a su disposición difícilmente podrán saber con certeza las dioptrías que tiene Fede.