Los partidos elaboran las listas electorales teniendo en cuenta las diversas sensibilidades que existen en el mismo. Porque en los partidos hay gente muy sensible por lo visto. Unos más que otros. Los hay tan sensibles que inmediatamente perciben que han perdido influencia, que no tienen el poder que deberían o desean tener y que por lo tanto su nombre no tiene posibilidades de figurar en alguna de las muchas listas de prebendas que puede elaborar un partido importante.

Como eso no debe quedarse así, procuran manifestarlo de manera pública y comienzan por hablar de "regeneración del partido", de "marcar nuevas líneas", de "revitalizar la organización" y finalmente de "sensibilidades".

Puesto que es necesario estar en posesión de algún órgano de poder, por muy escaso e irrelevante que sea, se entabla una lucha para hacerse con él. De inmediato se pone de manifiesto que no había programa, ni renovación, ni revitalización, ni mandangas.

El órgano recién conquistado ni siquiera nota el cambio. Continúa su vida lánguida. Incluso a veces lo hacen peor que los anteriores.

No obstante sirve altavoz de mayor potencia desde el que reclamar con un puesto en las listas para sí mismo, para los amigos o para la familia.