María del Pilar Guillén tiene 82 años y aunque se resiste a abandonar su hogar es consciente de que cada vez necesita más ayuda, por eso hace dos años solicitó una plaza en una residencia pública y está esperando a que la llamen. "Cuesta mucho dar el paso, pero la soledad pesa mucho y no me queda más remedio" comenta. También ha solicitado la ayuda de dependencia, ahora paga unas horas a una mujer que la acompaña a los sitios y la cuida, pero cada vez la necesita más tiempo y " tengo mucha artrosis y mi economía no me permite pagar más dinero".

Pero mientras llega todo esto, Guillén sigue con sus aficiones, que continuará en su nueva vida en la residencia, como ella dice. Su pasión es la escritura, "casi todo poesía romántica", dice, aunque también relata sus vivencias de la guerra, y ello le ha hecho ganadora de varios premios, entre ellos, el primer premio de poesía del Hogar de Mayores de Cervantes, de la que es socia y en el que participa de las actividades y servicios.

En su juventud, Guillén fue auxiliar de Enfermería. "Hacíamos de todo y la preparación era mínima". Y a pesar de todos estos esfuerzos asegura que su trabajo le apasionaba y que todos los enfermos "me querían mucho". Dejó ese trabajo para cuidar a su marido y al hijo de éste, pero lo sigue recordando y asegura que al contrario que otras personas mayores "yo nunca me aburro".