Llopis Ivorra y Las 300 plantean como prioridades el asfaltado de calles, la renovación de la red de saneamiento y el arreglo de sus sedes vecinales. Gregorio Talavera y Santiago Almeida, presidentes de las asociaciones de ambas barriadas del sur de la capital cacereña, coinciden en la necesidad de realizar estas actuaciones para mejorar las condiciones de vida de sus vecinos.

Talavera, portavoz vecinal de Llopis, asegura que no se ha realizado ninguna inversión en la barriada durante esta legislatura y detalla como principal necesidad un nuevo alcantarillado por la antigüedad del actual. "Tiene más de 50 años y su anchura no es mayor que mi muñeca", afirma a modo de ejemplo. Para el representante de Llopis, también es necesario renovar el tejado de la sede vecinal de la avenida de Cervantes e instalar un vallado antivandálico, ya que ahora presenta daños por gamberrismo. Para Talavera, "el barrio está totalmente desatendido" y afirma que "aún no se ha hecho nada".

Por su parte, Santiago Almeida, presidente de Las 300, urge la renovación de los canalones de la plaza de la Fe, donde está la sede vecinal, ya que su deterioro provoca humedades. Al igual que en Llopis, la red de saneamiento se colapsa con las aguas de lluvia y las hojas que caen de los árboles. "He tenido que llamar varias veces a Conyser porque los sumideros se atascan", señala Almeida.

Almeida también precisa que, al tratarse de una barriada con mucha población de avanzada edad, es necesario eliminar barreras arquitectónicas para facilitar el acceso a la sede y el bar de la asociación vecinal en la plaza de la Fe. "Hacen falta rampas", subraya el presidente, que da prioridad a las limpieza de los tejados de esta zona, utilizada habitualmente por los vecinos como lugar de reunión y para actividades asociativas.

Por otro lado, Almeida remarca que el envejecimiento de los vecinos que llegaron hace 30 años a la barriada ha ido a más, de ahí la necesidad de implantar medidas que favorezcan la accesibilidad. Los responsables de Llopis Ivorra y Las 300 también coinciden en este factor que ha tenido, en el caso de Llopis, una doble consecuencia: cada vez hay menos jóvenes en el barrio y se ha producido una llegada de población inmigrante por los alquileres asequibles de los pisos, que no superan los 200 euros.