Los irlandeses están acostumbrados a la lluvia. Y parece ser que los cacereños también, porque a pesar de las predicciones que auguraban ayer más de un chaparrón a media tarde, los fieles a la música irlandesa no defraudaron y ataviados con paraguas -los más osados con un leve chubasquero- se citaron a la misma hora que el día anterior en la plaza de Santa María. En todo momento, la organización del Irish Fleadh se mostró férrea y positiva. "Cuatro gotas no van a poder con nosotros" apuntó a este diario a primera hora de la tarde la directora del certamen. "Esperamos que deje de llover a esa hora, no obstante, los músicos están a cubierto", tranquilizó Fernanda Valdés.

De hecho, mantuvo la esperanza en todo momento de llenar la plaza de la concatedral como ya hicieron un día antes Sherish y Doquier . Puntuales se subieron al escenario los frenéticos Oisin, Seamus y Samantha a ritmo de acordeón y violín, y dos horas más tarde clausuró la carpa Danú .

Aparte de los dos directos, durante el día varios locales organizaron sesiones paralelas para animar el ambiente, cada vez más parecido al del país irlandés. Las Claras, la tapería Octavo arte, los Siete Jardines y más tarde la taberna recibieron a los grupos y a los curiosos de ritmos celtas, para corear a ritmo de cerveza, -irlandesa por supuesto- el himno de esperanza para el año que viene.