Medio centenar de casas y viviendas de la barriada del R-66 se vieron la noche del pasado sábado seriamente afectadas por la lluvia torrencial que descargó sobre la zona poco después de las 22.30 horas. Aunque llovió en toda la ciudad, parece que la tormenta se centró en una zona concreta de esta barriada cacereña, el triángulo formado por las calles Isla de Tenerife, Isla de la Toja e Isla de la Palma, donde prácticamente todas las viviendas existentes sufrieron inundaciones.

Los bomberos reconocieron ayer a EL PERIODICO que entre las 23.00 horas del sábado y las 03.00 horas del domingo se vieron desbordados. "Era tal el caudal de agua que entraba en las casas que en muchos momentos las autobombas no podían hacer nada". Y además de las inundaciones en las viviendas, debido a la lluvia torrencial que provocaba que los desagües no pudieran absorberla, también tuvieron que actuar en las calles, "pues la presión del agua fue tan excesiva que en muchos casos llegaba a lanzar hacia arriba las planchas de las alcantarillas".

El fuerte desnivel que presenta el terreno en esta zona concreta del R-66 provocó que el mayor número de casas afectadas, aproximadamente una treintena según informaron los bomberos y la policía local, se encuentren en la calle Isla de la Toja, la última, y por tanto la que se encuentra al final de la pendiente; y también fue elevado el número en la calle Isla de la Palma. En estas dos calles fueron todos chalets o casas unifamiliares las que sufrieron inundaciones, pero en la calle Isla de Tenerife fueron los garajes y huecos de ascensores los que se inundaron.

Ayer, tras haber pasado la noche achicando agua, sacando muebles y "sin pegar ojo, pues esto ha sido terrible, algo que nunca pensamos que ocurriría y ante lo cual será ya difícil que estemos tranquilos cada vez que llueva", en las calles afectadas los vecinos se esforzaban en la limpieza de habitaciones y enseres. Tres eran las imágenes comunes en todas ellas: objetos en las puertas tendidos al sol, hombres y mujeres fregona en mano limpiando y corrillos de vecinos comentando lo ocurrido.

"Ha sido horrible. Las calles eran auténticos embalses, el agua salía a borbotones por las alcantarillas y los sumideros de las casas, muchas puertas no se podían abrir por la presión del agua acumulada dentro, y los garajes y salones de las plantas bajas eran auténticas piscinas de aguas sucias donde flotaban libros, sillas y otros objetos". Estos eran los comentarios que de

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